Capítulo XXII

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Sus labios sabían a gloria. Aquellos besos tan deseados le separaban del suelo y por instantes, también de la realidad con la que se encontraba al abrir los ojos. Lo cierto era que en ese mismo instante se encontraba sin trabajo, posiblemente todos sus años de estudio se fueran a la mierda y era extraño… porque a pesar de todo eso estaban tranquilo. Lucharía por sus derechos, pero si no ganaba, daba igual.

Porque había encontrado lo más importante de todo y Gerard valía totalmente su carrera universitaria, y mucho más que eso.

De pronto los labios contrarios se separan de los propios, sus ojos se encuentran con los verdes y ambos sonríen. Saben lo que viene después, ambos lo quieren, ambos han estado esperando por eso. Gerard lo toma de la mano, guiándolo de esta manera al otro lado de la habitación, donde estaba la muerta que daba a la habitación.

Los ojos de Frank revolotean una vez más por la habitación, una máquina de ejercicios descansa al lado derecho de la cama de dos plazas, un televisor pantalla plana se encuentra a los pies de esta y junto a la ventana, una enorme fotografía enmarcada. Gerard junto a un joven de cabello castaño unos años menor, ambos sonríen aunque la mueca del menor no parece ser sonrisa. Por los leves rasgos en sus rostros deduce que son familiares, hermanos quizá.

— No hagas mucho ruido —Gerard susurra contra su cuello y Frank asiente levemente. Si el destino los hubiese llevado a su amplia propiedad hubiesen podido romper los muebles si querían. Pero sonrío dejándose llevar, pensando seriamente que esa sería sólo la primera vez.

Sus labios son apresados entre sus dientes, sus dedos recorren la piel caliente de Gerard, sintiendo como le son arrebatadas sus ropas, la camiseta y el pantalón se perdieron el algún lugar, una de las zapatillas golpeó contra el televisor que se tambaleó amenazante, su ropa interior también fue abandonada. Pronto se encontraron ambos completamente desnudos, de rodillas sobre la cama, besándose y acariciándose la piel de tonos similares.

Las manos de Gerard lo tomaron por la cintura, acercado su hombría a la contraria, rozando suavemente, sonriendo ante los gemidos prorrumpidos por sus labios, todos apagados contra su hombro izquierdo, en el intento de acallar todo amago de ruido.

— Ogh… —jadeo mordiendo sus labios, sintiendo como lentamente iba aumentando la presión sanguínea en su entrepierna, sintiendo también una erección pegada a su muslo izquierdo. Sus ojos se toparon con los verdes, su sonrisa fue coreada y nuevamente se encontraban besándose.

Gerard fue gentil, recostándolo sobre la cama y lanzándose sobre él, una de las piernas de Frank quedó suspendida sobre su hombro izquierdo, y la otra flexionada sobre su extensión, tal como una contorsionista experimentada.

— ¿Lo has hecho antes? —pregunta Gerard, preso del pavor. Frank asiente levemente, sonrojándose al tiempo — ¿Tienes un condón? —Gerard pregunta una vez más, perdiendo todo el dominio de la situación — Frank niega con una sonrisa.

— Confío en que estés limpio entonces —suspira cerrando los ojos, sus dedos se aferran sobre el cubrecamas color crema. Dándole pase para proseguir.

Su delgado cuerpo se estremece al sentir los sacos de Gerard rozar sus glúteos, al parecer él no está familiarizado con el acto de la preparación previa, aunque eso es algo innecesario ahora. Ciertamente no es virgen y Gerard parece notarlo al deslizarse sin ningún problema hacia su interior, provocando una oleada de gemidos en su nombre.

— Genial… —jadea con una sonrisa de placer en su rostro, las yemas de sus dedos están blancos por la presión y sus ojos se mantienen fuertemente cerrados.

Gerard lo toma por la cintura, profundizando así las estocadas, sintiendo la erección del menor chocar contra su abdomen bajo ante cada movimiento, sucio, húmedo, ciertamente perfecto.

deathless desire ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora