Frank no podía creer que había pasado una semana ya desde que Gerard Way había irrumpido en su vida, desde hace poco más de siete días había descubierto que todos sus sueños y recuerdos eran reales, que Arthur y Thomas habían existido y que ahora el destino volvía a juntarlos una vez más. Que sin importar nada la vida quería darles una nueva oportunidad, y que Gerard no era tan heterosexual como decía ser.
En los días trabajando en el caso y desayunando juntos cada mañana se habían comenzado a conocer más, Frank lo había dejado entrar en su vida y recuerdos como si se conocieran de toda la vida, le había contado sus problemas con su madre y la triste muerte de su padre, sus desastrosas historias amorosas su relación con su único amigo.
Gerard por su parte le había contado que tenía un hermano tres años menor quien vivía en Los Ángeles, que había estado casado una vez pero por “Diferencias irreconciliables” se habían separado en común acuerdo y que quizá, a raíz de esto había decidido dejar su influyente puesto en la Gran Manzana para venirse a trabajar en una firma emergente junto con su amigo de la infancia, el señor Matt.
Frank había notado también que Gerard no parecía conocerlo, lo que quería decir que no recordaba nada de su vida anterior, y aunque en un primer momento se sintió decepcionado por eso, ahora se sentía aliviado, tendría la oportunidad de comenzar todo de nuevo, de enamorarse de nuevo y dejar que las cosas fluyeran tranquilamente.
Pero mientras tanto lo que ocupaba la cabeza de ambos era el caso de Stevenson, número 1 para ambos y el cual deberían presentar dentro de unas horas ante la corte.
Lo de Stevenson consistía particularmente en dos cosas, Manejo en estado de ebriedad y posesión ilegal de armas. Frank se había dedicado a leer casos anteriores con similitudes enormes y había encontrado grandes fallas, las cuales luego de tardes y tardes estudiándolas habían sido resueltas y ahora estaban más que listas para enfrentar a cualquier corte.
— El señor Stevenson ya está aquí ¿Lo hago pasar? —Cassie informó por el teléfono y recibiendo una respuesta afirmativa de Gerard, cortó.
Minutos después un hombre de mediana edad, con la cabeza rapada y mirada penetrante entró en la oficina. El tipo era enorme, quizá pasaba sus tardes en algún gimnasio o practicaba la lucha libre, pero Frank a su lado se veía como un pequeño enclenque.
— ¿Qué tal señor Way? —Preguntó dejándose caer en una de las sillas frente al escritorio del abogado - ¿De verdad todo pinta tan bien a como me lo dijo por teléfono?
Gerard sonrió enormemente y como hacía cada vez que Stevenson, aunque Frank dedujo que lo hacía con todos sus clientes, se levantó de su silla y comenzó a caminar frente al enorme ventanal.
— Pues así es —dijo después de una dramática pausa — Junto a mi asistente aquí presente —sonrió apuntando al estudiante con su mano abierta— Hemos descubierto enormes fallos en su caso y en similares, tenemos todas las de ganar.
— ¡Muchísimas gracias! —Exclamó llevándose ambas manos al rostro— Sabía que no había hecho mal al contratarlo, aunque es costoso puedo decir que es el mejor abogado que hay.
— Lo sé —contestó Way regresando a su asiento— Pero tiene que tener cuidado, estuve revisando su historial, una vez más en la cárcel y su hija le será arrebatada por el estado.
En cuanto sus palabras salieron de sus labios el cliente contrajo su rostro, si bien el robo había salido bien lo habían detenido después y también habían descubierto el arma, si no hubiese sido por su suerte ahora estaría tras las rejas y su niña en una casa de acogida.
—Entonces, dentro de tres horas se celebrará su caso señor Stevenson. Será un mero trámite, se lo aseguro —sonrió Gerard— Nos vemos —agregó cuando el hombre estuvo parado en el umbral de la puerta y con un gesto de la mano, se fue.
Una vez la puerta estuvo cerrada nuevamente, Frank tomó el asiento que había estado ocupando el hombre y comenzó a revisar el historial que tenía abierto en su laptop.
— Aquí no dice nada sobre una hija —murmuró alzando la vista.
Gerard sonrió enormemente al verse descubierto.
— Aquí no, pero en el tatuaje de su cuello sí —dijo sin más, sacando un cigarrillo y llevándoselo a los labios.
Frank alzó una ceja y sonrió de lado, sus ojos volvieron a la laptop hasta que notó el olor a nicotina demasiado cerca, alzó la mirada, Gerard estaba con ambas manos apoyadas sobre el escritorio, en una de ellas mantenía el cigarrillo mientras lo miraba fijamente con sus ojos olor esmeralda.
— ¿Qué pasa? —preguntó Frank con un hilo de voz.
— Quiero hacerte una propuesta, algo como amigos… tómalo como una celebración post primer caso en tu carrera —sonrió volviendo a pasearse por la oficina.
— Me gustaría saber de qué trata antes de aceptar —dijo el menor intentando sonar calmado, aunque por dentro estaba explotando.
— Si ganamos este caso, lo vamos a ganar pero me gusta ponerle un poco de tensión al asunto —río— Bueno, cuando ganemos me gustaría invitarte al mejor restaurante de comida Italiana de esta ciudad ¿Te parece?
Frank se mordió los labios, tuvo que bajar las manos y ocuparlas en apretar la tela de sus pantalones para evitar mostrar su nerviosismo. Iba a cenar junto a Gerard, si eso no era una cena ¿Qué podría serlo?
— ¿Tengo otra opción? —consultó con una sonrisa, aunque ambos sabían que iba a tomar la primera opción.
— Me temo que no —declaró Gerard mostrando todos sus dientes pequeños dientes manchados con nicotina en una sonrisa.
Las tres horas siguientes habían sido exhaustivas, tanto que las veces que abrieron la boca fue solo para bostezar al llevar tanto con los ojos pegados a los libros.
Una vez dio la hora comenzaron a caminar juntos hacia los tribunales, media cuadra hacia arriba. Ambos llevaban trajes completamente ordenados, Gerard usaba uno plomo a rayas y Frank uno completamente negro.
Cinco minutos más y estaban entrando a la corte.
El juez ya estaba en su lugar y Stevenson se pasaba nervioso su peso de una pierna a otra, pronto el fiscal y los otros abogados irrumpieron en la sala. El juicio daba comienzo.
30 minutos después y estaban dejando el lugar.
Stevenson tenía una enorme sonrisa en el rostro que no pegaba para nada con su rostro duro, les había prometido dejar esos pasos y agradecido mil veces antes de salir del lugar. Gerard estaba ordenando su carpeta con una sonrisa en los labios, no estaba emocionado porque desde que había comenzado su trabajo de abogado no había perdido un caso ni una sola vez.
Frank por su lado seguía anonadado, era su primer caso. Lo había ganado, junto a Gerard habían alejado a ese hombre de la cárcel. Era oficialmente un abogado. Y para variar, iría a una cena de celebración junto a Gerard, solo los dos. ¿Qué mejor?
Cuando se disponía a girarse para felicitar a Gerard, su celular comenzó a vibrar en su bolsillo, creyendo que era su amigo lo tomó para contestar, pero no fue la voz de Ray la que escuchó por el auricular.
— Frank, lamento tener que llamarte ahora pero la cita de mañana no podrá ser ¿Tienes tiempo esta tarde? —Jamia habló algo apurada.
El de ojos avellana se giró a ver a Gerard quien seguía acomodando sus papeles, luego miró la hora en su reloj de bolsillo, marcaba las 5.30.
— Claro, claro —habló rápido— ¿A qué hora?
— A las 6 está bien, nos vemos —y cortó.
Frank miró el celular algo confundido ¿Por qué Jamia cambiaría la cita de día? Había algo extraño en eso, pero no le dio mayor importancia.
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deathless desire ・ frerard
FanfictionHace 400 años Thomas Frost fue invitado a una fiesta para celebrar su compromiso a la mansión de Arthur Woods, su amigo y amante. Pero a causa de su prometida terminan metidos en un enorme lío que los llevará directo a la hoguera. En el 2012, Fran...