Capítulo XV

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Luego de guardar el celular se quedó mirando la nada por unos momentos, no fue hasta que Gerard tocó su hombro que se dio cuenta de que seguían en el tribunal. Éste le miraba interrogante, como preguntando sin palabras de quien era la llamada

— ¿A qué hora qué? —preguntó Gerard finalmente, abrazando su carpeta y comenzando a caminar a la salida.

— A las 6, tengo que… —comenzó a atropellarse con sus propias palabras, al tiempo que seguía al abogado por el pasillo alfombrado.

Gerard siguió caminando sin prestarle mayor importancia, pero cuando notó que el muchacho empezaba a hablar entrecortado, se vio forzado a intervenir, por su bien.

— Ni se te ocurra hacer otros planes, ya confirmaste conmigo —dijo Gerard mirándole de reojo.

— No tardaré mucho, a lo más una hora y nos juntamos ¿Está bien? —preguntó apretando los labios, Gerard suspiró fuertemente cuando estuvieron fuera del tribunal y encendió un cigarrillo.

— Está bien, de todos modos la cena era para la noche —dijo exhalando fuertemente— Así que nos juntamos a las 10 en…

— ¿Te parece en la cafetería de acá cerca? —Gerard asintió y con unas palmadas en la espalda, Frank salió corriendo hacia su auto.

— ¿Palmadas en la espalda, en serio? —se dijo a sí mismo una vez estuvo en el asiento del conductor— Eres un desastre Frank. —río conduciendo hacia la consulta de la doctora Nestor.

Por algún motivo estaba  feliz, en parte por su primer caso frente a un juez, por el interés que Gerard parecía tener en él y por la cena, la cita, que se llevaría a cabo esa misma noche. ¿Y quién sabe? Quizá podría irse a casa con una probada de sus labios.

— Buenas tardes Jamia —saludó entrando en la oficina, besándole en la mejilla y luego tomando su asiento frente al escritorio.

La verdad no sabía por qué le había besado la mejilla, sólo sabía que estaba feliz y esto era suficiente como para dejar salir todos sus buenos sentimientos a la luz.

— ¿Por qué tan feliz? —sonrió ella acariciándose la mejilla y dejando de lado la laptop.

— No lo sé, sólo sé que estoy contento —contestó con una enorme sonrisa— ¿Por qué me llamaste? —preguntó ladeando la cabeza.

Ella se le quedó mirando unos instantes, repasando cada uno de sus rasgos con la vista, notando como sus cejas  formaban un arco perfecto sobre sus ojos con largas pestañas, como las manchitas verdes dentro de sus orbes se fundían a la perfección con el color más oscuro en estas, como su nariz se respingaba levemente sobre sus labios delgados y rosados, como su piel contrastaba sutilmente con algunas de las imperfecciones que había dejado la viruela al contagiarlo de niño. Frank era guapo y no lo había notado antes.

— Jamia ¿Por qué me llamaste hoy? Teníamos cita hasta mañana —habló sin notar como los oscuros ojos de la doctora se perdían en su rostro.

— Como te dije —se interrumpió de pronto, sacudiendo la cabeza para comenzar a hablar tranquilamente— Mañana no podré concertar tu cita, así que por eso quise verte hoy. Además no estaré en la ciudad por una semana más o menos.

— Ah está bien, no tengo problemas entonces —declaró con una sonrisa.

— Entonces comencemos —ella se puso de pie y caminó hacia el enorme ventanal de su oficina, si seguía perdiéndose en las perfecciones e imperfecciones de su paciente le iría mal— ¿Qué tal tus prácticas?

Los ojos de Frank se iluminaron y empezó a debatirse internamente sobre qué decir y qué omitir.

— Perfecto, empecé hace unos días y vengo saliendo de mi primer caso ante un tribunal —dijo desordenándose el cabello— Fue genial ¿Sabes? El estar ahí, saber que todo el tiempo que estuviste con la nariz en medio de libros valió la pena, además Gerard es un abogado asombroso.

Jamia se volteó de pronto, su fingida sonrisa se borró de su rostro y en lugar de eso sus labios se fruncieron notablemente, haciendo juego con sus ojos entrecerrados.

— ¿Gerard, el de los sueños, el que crees es el amor de tu vida? —dijo rápidamente, como intentando clavarle el toque de desconcierto a cada una de sus palabras.

— Así es, Gerard es increíble y… tiene tantos parecidos con Arthur, Jamia… es increíble —suspiró. No sabía por qué pero fuera de todo se sentía bien hablar esas cosas con Jamia.

“Es tu psiquiatra tonto, es obvio que te sientes en confianza con ella” Se dijo a sí mismo.

— Frank ¿Qué hablamos acerca de esto? —su tono de voz se vio reducido a un tenue murmullo, su mano derecha buscó la de Frank y se dedicó a acariciarle tranquilamente el dorso de la misma.

— Lo sé Jamia, pero… sólo quiero intentarlo —sonrió— Por primera vez estoy feliz, siento que puedo enamorarme…

Decir todas estas cosas le hacía bien, porque de lo contrario no se las hubiese creído. Hace un mes atrás jamás hubiese imaginado que el amor de su vida, la persona de sus sueños estaría ahí, que la tendría para él, que le invitaría a citas. Pero ahora las cosas eran así y se sentía tan afortunado, feliz.

— Lo entiendo Frank —dijo Jamia buscando su mirada— Estás tan contento, hace tanto que no veía ese brillo en tus ojos, es más —hizo una pausa para inhalar  fuertemente y luego exhalar, sin quitar la vista de sobre la del paciente— Me pregunto si alguna vez te vi así de contento y esperanzado. Estas mejorías son enormes, enormes y preciadas mejorías.

— ¿Entonces qué? —inquirió Frank— ¿Qué tiene de malo todo esto?

— Frank, no es bueno que mezcles relaciones. Él es tu jefe, están horas juntas durante el turno de trabajo y comparten los casos. Si esto sale mal o termina desastrosamente, tu futura vida laboral se verá afectada —dijo haciendo una mueca— Piensa con la cabeza Frank, piensa en lo que te conviene y en lo que no, en tus ambiciones y caprichos. En todos estos años has demostrado ser una persona objetiva e inteligente, no dejes que un estúpido sueño y un capricho te quiten algo por lo que has trabajado tanto tiempo.

Frank abrió la boca para decir algo, pero su mente estaba en blanco.

— Terminamos por hoy —dijo finalmente, poniéndose de pie nuevamente— Dentro de una o dos semanas tendremos una nueva cita. Piensa en lo que te dije y hasta pronto.

Con un gesto de la mano se vio guiado a la salida y antes de darse cuenta estaba  bajando en el ascensor, las cosas que le había dicho Jamia seguían dando vueltas en su cabeza. Era obvio que si las cosas salían mal las prácticas se convertirían en un suplicio, pero otro lado ¿Por qué iría a salir mal? Gerard era su alma gemela y lo sabía, entonces nada podría salir mal.

Tampoco eran caprichos o sueños estúpidos.

“No es bueno que mezcles relaciones. Él es tu jefe, están horas juntos durante el turno de trabajo y comparten los casos.”

Había dicho Jamia y vaya que tenía razón. Pero… ¿En qué momento él le había dado detalles a Jamia sobre su vida laboral? En ningún momento le había dicho que Gerard era su jefe, menos las condiciones de trabajo. Entonces ¿Cómo sabía todo eso?

Era imposible que supiera eso de alguien más, debía tener algún tipo de contacto dentro del trabajo, pero ¿Quién podría ser?

deathless desire ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora