Frank supo que había algo diferente en él, aparte de aquella gratificante sensación en su interior, la mirada de Jamia había cambiado y la sonrisa burlona de antes se había extinguido por completo.
No tenía tiempo para palabras y su cuerpo no respondía a acciones, se sentía como un simple espectador en todo aquello.
Y entonces sucedió.
El suelo a sus pies se removió, como si la tierra bajo él estuviese partiéndose a la mitad, esa violenta línea de destrucción pronto alcanzó la casa, los fierros de una de las ventanas del segundo piso se transfiguraron, convirtiéndose en una larga y filosa estaca que emergía de la pared de concreto.
Frank apretó los labios y paseó su mirada. Primero sobre Jamia, luego sobre la estaca.
— Aquí se termina todo para ti, también —dijo sin separar los labios.
Jamia parecía acongojada. El color que su rostro había recuperado se extinguió en cuanto sus pies se separaron del suelo. Su cuerpo se estaba alzando en el aire, siendo arrastrada hacia arriba por unas invisibles y delgadas cuerdas.
— ¡BRUJERÍA, BRUJERÍA! —gritaba desconsolada, el revolver cayó al césped, sus manos se movían erráticas sobre su cabeza.
— Nadie podrá escucharte —le espetó Frank, frunciendo el ceño.
Sus gritos fueron en vano, y en cambio, parecieron acelerar el proceso. Antes de darse cuenta su piel estaba siendo rasgada por la punta de la delgada estaca que, parecía estar colocada estratégicamente para terminar de una vez por todas con su existencia.
Una serie de gemidos escaparon de sus labios, la sangre corría ahora por su espalda, hacia sus piernas y goteando, metros más abajo, sobre el césped. Capa a capa, su piel y musculatura se estaba rasgando y cediendo ante el peso de su propio cuerpo.
— ¿Por qué no te callas de una vez? —Frank murmuró.
Y eso fue suficiente para que el proceso se acelerara y la estaca saliera de una vez por todas, por el centro de su pecho. Sus ojos se pusieron bizcos al ver el metal emergiendo, cubierto de sangre, desde su cuerpo. Un hilo de sangre bajó hasta su barbilla y la luz de sus ojos se extinguió.
Un último suspiro escapó de sus labios.
Y murió.
Frank cerró los ojos. Y la estaca desapareció, Jamia cayó como un peso muerto sobre el césped, pero no se movió.
— Gerard… —gimió dejando a las lágrimas escapar de sus ojos a medida que estos regresaban a su color normal.
Gateando regresó a su lado y dejó caer su cabeza sobre el regazo de su amor. Cerró los ojos, imaginando el latido que sólo esa mañana había sentido, ahora parecía sólo un sueño lejano… Gerard estaba muerto y no había nada que pudiera hacer para remediar eso.
Más lágrimas siguieron a las primeras, su cabeza daba vueltas.
Nuevamente Jamia había terminado con toda su felicidad, ella había vuelto a separarlos y no sabía si tendría alguna otra oportunidad para remediarlo todo. Ella había ganado nuevamente y si no había logrado quedarse con él, al menos había logrado arrebatarle al único amor que había conocido…
— Estaremos juntos Gerard… nadie podrá separarnos —suspiró sintiendo como sus párpados pesaban cada vez más, la herida en su hombro estaba empezando a quemar nuevamente.
No sabía qué sucedería ahora, no tenía idea de nada. Todo era tan confuso… y aun así, todo le importaba tan poco. Gerard se había ido… Jamia había desaparecido… y él, él estaba al borde de la muerte también.
—Te seguiré amando, recuérdalo Thomas, aquí o en otra vida, siempre nos encontraremos, siempre nos amaremos…
— ¿Es una promesa?
— Es un juramento.
— Te amo Arthur…
Las últimas palabras de Thomas resonaron en sus oídos, por instantes pareció vislumbrar el humo y el fuego frente a sus ojos. Sus sentidos lo engañaron también, y con sus más desesperados deseos, le pareció escuchar las últimas palabras de Arthur en un susurro.
— Te amo… Gerard… —exhaló y sus ojos se cerraron, ahora para siempre. Sus dedos entrelazados con los de Gerard fingían cerrar la promesa y respaldar sus últimas palabras.
Sonrió ampliamente, fuese donde fuese, Gerard estaría con él.
Por qué lo había jurado.
Entonces no tuvo más miedo.
Y sus ojos miraron a la nada.
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deathless desire ・ frerard
FanficHace 400 años Thomas Frost fue invitado a una fiesta para celebrar su compromiso a la mansión de Arthur Woods, su amigo y amante. Pero a causa de su prometida terminan metidos en un enorme lío que los llevará directo a la hoguera. En el 2012, Fran...