Capítulo XXIV

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Como cada día despertó temprano y preparó el desayuno esperando a Gerard, quien a pesar de todo seguía viviendo en su apartamento. Un beso en los labios fue la bienvenida y de inmediato pasaron a la cocina. Gerard llevaba la camiseta de La naranja mecánica que le había comprado para Navidad y se veía de maravilla con el naranja brillante de la misma.

Luego pasaron a ver la televisión tendidos en el sofá, después de todo era lunes. Y nadie hace gran cosa los lunes. Las manos de Gerard empezaron a acercarse a su entrepierna y los besos eran cada vez más largos, pero el reloj marcó las 12:30 y se vio obligado a cesar todo intento de tener sexo.

Jamia lo había llamado el 25 de Diciembre para citarlo dos días después.

— Frank no… no vayas —Gerard hizo un puchero, abrazándose de su torso.

— Es importante para mí, pero en cuanto regrese te recompensaré ¿Qué dices? —le sonrío Frank, desembarazándose del agarre para incorporarse.

Gerard asintió de mala gana y se despidió con un simple beso. Para cuando Frank salía del estacionamiento, él estaba quedándose dormido sobre el sofá de la sala.

No sabía por qué tenía que seguir yendo. Después de todo todos sus problemas psicológicos (Ya que los reales habían aumentado) se habían esfumado en cuanto Gerard había entrado en su vida. Aun así la costumbre lo llamaba a aquella oficina, y con o sin ganas, 15 minutos después estaba atravesando aquella puerta tan familiar.

— Feliz navidad, Jamia —sonrío él acercándose a la silla frente al escritorio. Ella sonrío y lo miró por sobre los lentes que ocupaba para leer.

— Eso fue hace dos días —contestó con su tono de voz casi infantil, Frank suspiró— Pero cuéntame ¿Qué tal fue tu navidad?

Frank sonrío, al menos ahora tenía un motivo para recodar a Gerard. Se sintió especialmente bobo al pensar aquello.

— Perfecta —contestó— La pasé con unos amigos y Gerard… —dijo para acortar la descripción.

— Gerard… —bufó ella, Frank no logró comprender el porqué de su reacción, más no le prestó importancia.

Jamia se puso de pie, mordiendo la punta de un lápiz al tiempo que se acercaba a la enorme ventana y miraba por entre las persianas, la nieve caía lento, dándole un tono blanco a todo lo que tocara.

— Quiero que me cuentes como has estado. Hace bastante que no tenemos una cita —murmuró ella volteándose a verlo — Comencemos por lo importante. La Universidad ¿Qué tal?

Frank inspiró fuertemente y tallándose los ojos comenzó a hablar.

— Es complicado — comenzó entre dientes, Jamia alzó una ceja— Dentro de unos días tengo que ver qué sucede con ello… tuve problemas en mi práctica profesional, mi jefe me… despidió y me quedé sin lugar donde hacer mi práctica… no presenté la documentación para pedir un cupo en algún otro lugar y es posible que… —recién ahora le tomaba el peso real a todo lo que había sucedido— es posible que me echen de la Universidad.

Jamia se giró nuevamente, si lo miraba a la cara era posible que estallara en carcajadas. Sus planes estaban dando resultado, su esposo había hecho lo que ella le había pedido y poco a poco las cosas empezaban a tornarse buenas, al menos para ella.

— ¿Algo más? —se volteó nuevamente, fingiendo indiferencia. Frank suspiró otra vez.

— No lo sé —negó— Está Gerard.

— Está Gerard —repitió ella— ¿A qué te refieres con que “Está Gerard”?

Frank rodó los ojos, odiaba el tono que tomaba su voz cuando entraban a un campo que era incómodo para él.

deathless desire ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora