Capítulo XXX

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— Eres real…

Había dicho Frank antes de fundir sus labios en un desenfrenado beso, que segundos después los hizo caer sobre el mullido sofá de tres cuerpos. Gerard parecía querer recuperar el tiempo perdido, moviendo a una velocidad increíble sus manos por sobre el cuerpo del menor. Por falta de aire separaron sus labios, y luego de comprobar que seguían siendo ellos y seguían recordándose, volvieron a besarse.

Ambos parecían estar de acuerdo con que ya habían hablado lo suficiente, sus cuerpos se extrañaban y las punzadas en su entrepierna corroboraban esto. Frank sonrío cuando se vio despojado de su chaqueta y camiseta, mientras desabotonaba la camisa negra de Gerard, un par de botones fueron arrancados vilmente por la velocidad, pero ni siquiera lo notaron.

Los labios de cada uno se abrían y cerraban con gemidos mudos, como buscando qué decir para aquel momento.

Gerard había tenido en mente el reprocharle la falta de tacto al terminar la relación al joven sobre su cuerpo. Su idea era sacar una disculpa o algo, pero todo eso se había extinguido cuando lo había visto aquella mañana en el café. Frank no era cualquier tipo en su vida, estaban destinados al otro y una discusión cualquiera no le pondría fin a un sentimiento que había traspasado siglos para volver a unirlos.

La temperatura parecía haber subido mil grados en la sala del pequeño departamento, los pantalones de ambos yacían en alguna parte en el suelo, Frank se había acomodado encima de él, moviendo sus caderas para profundizar una penetración que ambos venían deseando desde hace tanto.

Sus gemidos se habían transformado en gritos de placer, Gerard sonrío cuando escuchó su nombre venir de esos labios, tan ronco, tan sexual…

Y entonces ‘Crawling eye’ comenzó a sonar a la distancia, Frank abandonó el sofá y se lanzó hacia su chaqueta, desde donde provenía el ruido para contestar.

— Sí, aquí Frank Iero —dijo aun agitado, Gerard bufó, disconforme. Un gesto en la cara del menor le dijo que algo no andaba bien — Está bien, de inmediato me voy para allá. Gracias por llamar.

Cortó la llamada más siguió parado en el mismo lugar, mirando al vacío.

— ¿Quién era? —intervino Gerard, Frank se giró al sofá y comenzó a caminar hasta él, pero no con las ganas que Gerard esperaba para terminar con lo que habían iniciado.

— Llamaron desde el hospital, han tenido que reanimar tres veces a Jamia desde que la dejé en la mañana, no creen que sobreviva mucho tiempo más —suspiró cabizbajo.

— Bien merecido lo tiene, maldita víbora —escupió Gerard entre dientes, Frank se limitó a suspirar una vez más.

Ambos se quedaron en silencio. Gerard nunca había conocido bien a la mujer que lo condenó, no sabía mucho de ella más de lo que le había contado Thomas y ahora Frank. Una prometida y mejor amiga obsesionada. Una psiquiatra igual de obsesionada.

 — Sé que ella… se ha equivocado Gerard, pero es Jamia. La estimo mucho, aquí es como la única familia que tengo… son años a su lado y además, tengo en mi mente a la Jamia de antes, también era importante para mí. Y si va a morir, quiero despedirme de ella antes de ese momento —sonrío lacónico, una de las manos de Gerard lo tomó por la cintura y lo acercó a su cuerpo para profundizar el abrazo.

— Si es tan importante para ti —bufó contra la piel de su cuello, Frank sonrío— Vistámonos y vamos ¿Prometes que cuando terminemos con todo esto vamos a… terminar nuestros asuntos pendientes? — dijo mordiéndole el lóbulo de la oreja.

— Lo prometo —río alejándose de él y comenzando a vestirse.

— Y cuéntame ¿Cómo encontraste la pintura? —Frank dejó que su curiosidad hablara, Gerard sonrío.

deathless desire ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora