Capítulo XII

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 El teléfono de escritorio comienza a sonar, despertando a Frank de su letargo, quien luego de mirar el techo había caído en un profundo ensueño de ojos abiertos.

“Vaya primer día de trabajo” Se dijo a sí mismo acomodándose la corbata y tomando el auricular.

— En 3 minutos comienza la reunión con el señor Way —la voz de Cassie le anunció. Frank asintió con la cabeza, como si ella pudiese ver este gesto y sin esperar respuesta, colgó el teléfono para salir en busca del café.

Atravesó corriendo el pasillo principal sin fijarse en nadie, pero al contrario de él, todos los abogados y asistentes presentes se voltearon a mirar al asistente bajito que amenazaba con resquebrajar el orden en la prestigiosa firma de abogados.

— ¿Dónde consigo café? –—le preguntó entre jadeos a Cassie, la única cara conocida.

 Ella sonrió enormemente y con un gesto de la cabeza le enseñó una enorme máquina de café que se erigía a sus espaldas, Frank le agradeció y se encaminó a ella, parpadeando un par de veces mientras se preguntaba desde hace cuánto esa máquina estaba ahí. Por qué podría jurar que cuando él llegó, no estaba.

Un café negro con dos de azúcar aferraba entre sus dedos cuando se topó con la oficina junto a la propia, inspiró fuertemente y tocó un par de veces.

— Pasa —una voz masculina le ordenó y sin esperar más, giró el pomo.

Su corazón latía con fuerza casi en su cuello, la dichosa voz sonaba tan cruelmente conocida que cruzó los dedos para que el rostro que él esperaba fuese el dueño de la misma.

— Permiso —dijo entre dientes cuando sus pies estuvieron sobre el piso alfombrado de la oficina de su nuevo jefe.

Tan pronto estuvo dentro, sintió como los ojos verdes del abogado se clavaron sobre él. Tragó saliva pesadamente, pero sus ojos se negaban a despegarse de su calzado.

— Entra, no voy a morderte —bromeó él y notó que no se había movido ni una pulgada.

Suspiró fuertemente y empezó a adentrarse en la oficina cuyo tamaño era dos o tres veces la propia, un enorme ventanal se erigía a las espaldas del escritorio donde estaba sentando Gerard, la pared contraria estaba cubierta por grandes muebles con libros de cubierta de cuero y cada mueble era de color negro.

El olor a tabaco y café se impregnó en sus fosas nasales en cuanto inspiró.

Alzó la mirada y sí, era el tipo del folleto. Gerard Way.

Y sí, se parecía endemoniadamente demasiado a su Arthur, sus ojos verdes le transmitían la tranquilidad que sólo los orbes de su amado podían darle, sus labios estaban curvados en una pequeña sonrisa, haciendo que sus perfilados pómulos sobresalieran de su pálido rostro y su nariz se arrugara levemente.

— ¿Te parece? —sonrió Gerard ladeando un poco la cabeza.

— Disculpe ¿Qué? —se excusó Frank, sonrojándose con violencia.

— Te decía que si quieres podemos salir a tomar un café o algo, sólo trabajaremos nosotros dos en tres casos diferentes y me gusta profundizar lazos con mi equipo antes de meter la nariz entre libros y expedientes. ¿Te parece? —repitió él con un tono divertido en su voz.

Frank suspiró fuertemente y sintió un calor en su mano, bajo la mirada y notó que aún tenía entre sus dedos el vaso con café.

— Su… café —dijo caminando hacia el escritorio, Gerard alzó una ceja.

— No te pedí un café, pero gracias —el mayor entrecerró los ojos, tomando el vaso entre sus manos y dándole un pequeño sorbo— Café negro con dos de azúcar, me caes bien –—sonrió dándole un segundo sorbo.

— ¿No lo hizo? —Frank replicó confundido—  ¿Y la nota? 

Gerard parpadeó un par de veces, frunciendo los labios para pensar “Al igual que Arthur” Pensó Frank.

— Ah… —Gerard hizo una mueca— Hace un rato Matt me hizo unas preguntas, entre ellas sobre el café… ya sabemos quién fue —sonrió— ¿No te vas a sentar? —preguntó mirando de reojo al menor.

Frank rodó los ojos y sin decir nada tomó asiento frente al escritorio, Gerard no le quitaba la vista en ningún momento, era como si estuviera estudiándolo. Y en lugar de sentirse bien por eso, le incomodaba en sobre manera.

— ¿Sobre qué quieres hablar? —Gerard se echó hacia atrás en su silla reclinable, apoyando los pies sobre el escritorio para luego sacar un cigarrillo y ponérselo entre los labios.

— ¿Qué quiere…?

— ¿Te molesta el humo? —le interrumpió exhalando hacia el techo, haciendo un gesto de placer—  Continua por favor —sonrió —Tengo la mala costumbre de interrumpir a la gente cuando habla.

— Quería decir… ¿A qué se refiere con “sobre qué quieres hablar”? —Frank frunció el ceño algo confundido.

— Simplemente me gusta estrechar lazos, hay que tener confianza con tu equipo para trabajar con calma, no creas que me estoy… ¿Eres gay? —preguntó de pronto, Frank abrió enormemente los ojos.

— ¿Eh? No, no lo soy… ¡No! —negó un par de veces, intentando parecer seguro.

— Ah, menos mal —río dándole otra calada al cigarrillo— En mi antiguo equipo había un chico que era gay, no sé si seré muy guapo o estaba muy obsesionado, pero no me quitaba los ojos de encima —se sentó bien nuevamente, quedando con su rostro a la altura del de Frank.

— Que molesto debe haber sido —comentó  Frank un poco horrorizado por la notoria homofobia del amor de su vida.

Gerard asintió y le dio una última calada al cigarrillo antes de apagarlo.

— Gerard Way, socio de esta firma y abogado. 33 años, nacido en Nueva Jersey, en mi vida anterior fui un cantante de rock —dijo de pronto, extendiéndole una mano por sobre el escritorio.

Frank le miró unos instantes, la sonrisa en su rostro parecía sincera, su voz tenía el mismo timbre que recordaba, sus ojos eran iguales y su cuerpo tampoco había cambiado. Pero había algo en este Gerard que no conocía, una picardía o una historia vivida en esta vida, pero él no era completamente su Arthur.

Aun así, debía intentarlo. Ya que si el destino los había vuelto a juntar, debía ser por algo.

Por qué el deseo seguía vivo y lo corroboró al ver sus labios entreabiertos en una sonrisa.

— Frank Iero, estudiante de último año de Derecho, este es mi primer día en mi práctica profesional. 24 años, también nacido en Nueva Jersey —sonrió tomando su mano— Y no sé qué demonios pude haber sido en mi vida anterior —mintió soltando una pequeña risa nerviosa.

deathless desire ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora