Las Apariencias Engañan(+18)

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La bella Cristina Álvarez... Oh si, tan inocente, recatada e intachable. Tan amorosa con sus padres y obediente... ¡Basta! ¡Ya basta!
Cristina no es para nada inocente. Ella es mi... Nose que somos, soy preso de sus celos y eso nadie lo ve.

Narrador omnisciente:

Pobre Federico! Quien lo viera tan macho y fortachón, siendo manipulado por una pequeña e inocente criatura cómo lo es Cristina a la vista de todo mundo.

******************************

Federico se encontraba charlando con una de las mujeres que trabajaba en el mercado vendiendo quesos. Pagó y en cuanto se giró se encontró a Cristina pegada a su costado, dió un pequeño paso hacia atrás de la impresión. Cristina se pego a su pecho, pasando uno de sus brazos alrededor del cuello de Federico bajando su cabeza para hablarle al oido, mientras que con la mano que tenia libre, sin que nadie la viera la dirigió a la entrepierna de Federico el cual se sobresalto y puso rojo por la presión que Cristina ejercía en sus testículos.

-Ya te avisé Federico, que en cuanto te viera hablar con otra mujer que no sea yo. Ibas a tener que atenerte a las consecuencias (ajustando más sus dedos)

- (Asustado) Cris... Cristina (Tragando saliva) Por favor, aqui no. Sólo estaba preguntándole cuanto era lo que tenía que pagar, mi amor por favor.

- (Enfadada hablo con dientes apretados) No me digas mi amor, hipócrita. No me digas que no, porque yo clarito vi como te coqueteaba (Apretó más fuerte sus dedos).

- (Gimiendo de dolor) Yo solo tengo ojos para ti, Cristina. Ya por favor. Me haces daño.

- (Aflojo su agarre) No juegues con fuego porque te puedes quemar. Una cosa (Apuntandolo con un dedo a la vez que se alejaba de él) te veo con otra y te mato. Yo no cuento hasta tres Federico, una tiene que ser fuciente para que me entiendas.

- Ya basta Cristina, no voy a aguantar más tus malos tratos (Enojado) estoy arto de que me trates asi. Tu dices que no somos nada pero... Esto harto Cristrina, Ya no más (Se giró para irse).

- Te vas, te vas porque te resulta más facil huir que afrontar lo nuestro. (Cuando termino de decir estas palabras, gritó para que él la oyera) ¿Verdad Federico? (Él siguió caminando hasta que Cristina corrió a él y lo tomó del brazo) ¿Verdad? (Histérica).
- Comportate Cristina, (Mirando alrededor) todo mundo te está mirando.
- Que me importa la gente, (Sus ojos se llenaron de lágrimas) no me importa nada, (agarrandolo de la camisa) yo solo quiero... (Con la voz entrecortada y lágrimas resbalando por sus mejillas) Que me ames, no te pido nada más que eso...
- (Se le arrugó el corazón al verla así y la apretó fuertemente en su pecho) Ay mi vida, no llores, (beso su cabeza) yo te amo, pero no voy a aguantar otra ofensa más de parte tuya. El que te ame no quiere decir que voy a dejar que me trates mal, cada vez que desconfies de mi.

La soltó y se dirigió a su casa. Pasaron dos días en los que Cristina y Federico no se vieron, a la tercer noche Cristina se entero por boca de un vecino familiar de Federico en el mercado que Federico estaba paseando con una mujer rubia y que en la noche sus padres hacian una cena para ellos.
La rabia y los celos hicieron mella en su interior, paseaba de un lado a otro en el estudio de su padre con un par de copas encima y otra en la mano. Vació la copa de un solo trago y cogiendo la escopeta que colgaba de una de las paredes y con los ojos enrojecidos de la ira se dirigió a casa de Federico.
Al llegar aporreo la puerta hasta que una de las empleadas abrió y ella entro como un tornado a la sala...

- (Eufórica y gritando) ¿Dónde está ese maldito y la perra que lo acompaña? ¿Dónde está?

Los padres de Federico al escuchar los gritos desde el comedor se dirigieron a la sala.

- Cris... Cristina. ¿Qué hacés aquí y... Y con esa escopeta?
- Igual lo voy a encontrar he... (Mirándolos fijamente y apuntandolos con la escopeta), los voy a encontrar donde quiera que se escondan (Una lágrima callo por su mejilla y se la secó bruscamente).

Ellos no entendían el comportamiento de Cristina, pues no sabían de ninguna relación entre ella y su hijo.
Las lágrimas comenzaron a caer más deprisa de los ojos de Cristina y un llanto acongojado la invadió y mirando por última vez a los padres de Federico pidió disculpas y salió corriendo encontrando a Federico que iba llegando.

- (Viendo que estaba llorando) Crist... (Ella lo miró y corrió) ¡Cristina! ¡Cristina, espera! (Pero ella no paró).

Entró desconcertado a su casa y alternando su mirada hacia la puerta y sus padres, pregunto que sucedió con Cristina.

- No, nose hijo. Élla llego enfurecida y gritando con una escopeta en la mano...
- (Sorprendido por lo que escucho) Ahora vengo (Y salió deprisa).

- ¡Federico! ¿Qué... (Bajando la voz) pasa entre ustedes... (Mirando a su esposo) Bueno, nos quedaremos con las dudas.


Federico llegó a casa de Cristina y golpeó la puerta, como no obtenía respuesta entró y se dió cuenta que no habia nadie y la escopeta de la que hablaron sus padres estaba abandonada en uno de los sofá. Dudó entre subir o no, pero decidió subir... Recorrió el pasillo buscando algún ruido que le dijera donde estaba Cristina, se giró para irse cuando alcanzó a escuchar un sollozo y no lo dudo ni un instante, entró a la habitación de Cristina y la encontro sentada al costado de la cama abrazada a sus piernas. Ella levantó la mirada y al verlo sollozo aún más fuerte.
Él se sentó en el suelo con las piernas abiertas y tomándola de los brazos la atrajo hacia él, acunandola en su pecho.

- ¿Por qué me hiciste esto? (Preguntó con la voz cortada por el llanto).
- ¿Hacerte qué cariño? (Con lástima en la mirada).
- (Llorando más fuerte) Engañarme... (Dolida).
- (Entendiendo por fin) Yo no te engañe, Cristina.
- Claro que si (Enojada, sollozo) ¿Y aquella rubia qué?
- (Riendo) Esa rubia... (Divertido) Es mi hermana.
- (Dejando de llorar, desconcertada) ¿Tu hermana?
- Si, estaba en el extrajero. Pero volvió para quedarse (Le sonrió)

Tomó a Cristina de las mejillas y acercó poco a poco sus labios a los de ella y depósito un pequeño beso en ellos, se alejo un poco y la miró a los ojos para luego volver a besarla con más intensidad. Élla se aferro a los hombros de Federico y se sentó a horcajadas en sus piernas y le rodeó el cuello con sus brazos.
Él puso sus manos en el trasero de Cristina y la acercó más a su miembro aún dormido. Posando una de sus manos alrededor de su cintura y con la otra abrazando su trasero, la alejaba suavemente hacia atrás y con fuerza la acercaba nuevamente, creando fricción entre su pene y la vagina de Cristina aún cubiertos por sus ropas. Élla gemía en la boca de él, y sin despegar sus labios de los de él, lo sujetó de la pechera de la camisa y tiró con fuerza en destintas direcciones haciendo que los botones de está terminarán desperdigados por toda la habitación. Él sonrió satisfecho y parándose con ella en los brazos se lanzo a la cama, quedando ella debajo. Se arrodilló entre las pierna de ella y se desnudó rápidamente. Cristina apollo sus pies en la cama y levantando las caderas ayudó a Federico para que le quitará pantalón junto con las bragas. Se sentó en la cama y se quitó la remera juntó con el sostén quedando completamente desnuda. No hicieron falta juegos previos, era más grande la urgencia de sentirse uno, el se adentró en élla fuertemente, élla contuvo la respiración de golpe, el comenzó un cadencial movimiento de caderas, estaban agitados... Sus movimientos eran bruscos, ella se movia a su ritmo encontrándolo en cada embestida.

-Dámela, dámela mi amor (Pedía urgido).

Cristina entonces sacó su lengua invadida por el placer y él inmediatamente abrio sus labios tomando entre ellos la lengua de Cristina y acariciando con la suya.
Bajo sus brazos y pasándolos por debajo de las rodillas de ella dirigió sus manos a sus pechos apretandolos con fuerza y arremetió con más intensidad contra las caderas de Cristina. Tomó la punta de la lengua de ella aún en su boca entre sus dientes y apretandola entre sus labios la succiono con demencia haciendo que el orgazmo se apoderara del cuerpo de Cristina.
El siguió con sus movimientos hasta venirse dentro de ella, quedando ambos saciados por completo.

-Te amo, Cristina. Eres la única a la que he querido siempre, a pesar de todo.

La acomodó entre sus brazos y enredados entre sí, fue la primera noche completa que pasarían juntos.

Historia Tekila (ALTO CONTENIDO SEXUAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora