Ojeaba un libro viejo, buscando distracción, sentada tras el mesón de la biblioteca. Ya había más gente que antes estudiando. A medida que pasaban los días y la primera tanda de pruebas se acercaba, más gente llegaba. Ese día, sin embargo, había atendido a alguno que otro alumno, pero la mayoría venían sólo a buscar un lugar dónde estudiar, no a pedir libros.
La biblioteca era grande. Tenía dos pisos, pero el segundo era la mitad del primero, quedando como balcón. Los estantes, repletos de libros, adornaban cada esquina impecablemente. Qué tan llenas estaban las mesas y cubículos de estudio indicaba cuánto quedaba para los finales. Siempre había encontrado esta biblioteca especialmente hermosa y acogedora. Bueno, la verdad es que para mí casi todas las bibliotecas eran acogedoras, me encantaban, pero esta tenía algo especial. Quizás era la luz, o el orden de los libros en ciertos tonos de colores, no sé. Lo único que sé es que la adoraba. Me gustaba trabajar ahí.
–Green ¿Quieres concentrarte en tu trabajo y no en estupideces? Para variar estás pensando en cualquier cosa, excepto en tu trabajo–Me reclamaba Kate, mi compañera de trabajo, irrumpiendo mi calma.
–Ocúpate de tus asuntos, Kate. Tienes muchos libros que ordenar –Le respondí ácida.
Ese día me tocaba a mí atender el mesón y a ella ordenar los libros que llegasen. Habían llegado muchos libros esa mañana. Dio un respingo y se volteó.
–Ya verás...–susurró pensando que no la escuchaba, pero sí lo hice. Al fin y al cabo, estábamos en una biblioteca. No había un lugar más silencioso que este.
Sabía que se vengaría, probablemente hablaría con Stewart y encontraría la forma de hacerme trabajar el doble, pero en ese momento no me importó. Tenía otras cosas de las qué preocuparme. Un poco más de trabajo hasta me haría bien, me mantendría la mente ocupada.
Mi mente, por cierto, estaba obsesionada con recordar nuestro último encuentro. Me sentía terriblemente mal por haber tratado a Thomas como lo traté entonces. Extrañamente, estaba actuando totalmente en contra de lo que sentía y pensaba. Pero esta vez no me había dejado opción. Me presionaba tanto que tuve que alejarlo, no aguantaba más.
Recién había sido capaz de contarle mi historia a Lily y había vivido con ella durante casi un año y medio. No podía esperar que llegara y vomitara toda mi mierda frente a él, si apenas llevaba un par de meses de conocerlo. Era demasiado rápido. Ni siquiera sabía si podría contarle alguna vez, aunque fueran años de conocerlo, y quería que lo hiciera ahora. No podía hacerlo.
Me apoyé sobre el mesón cerrando suavemente los ojos, tratando de imaginarme por un segundo cómo habría sido todo si las cosas hubieran sido distintas, si nunca hubiera conocido a Mark, si Thomas no fuera mi profesor ¿Podríamos haberlo intentado? ¿Podríamos haber estado juntos? ¿Podríamos... ser felices?
–Hola –Su profunda voz sonó en mis oídos y yo pensé que era mi imaginación, invocándolo para hacerme sentir mejor. Sonreí sutilmente sin abrir los ojos, disfrutando de mi propia alucinación–. Veo que estás muy ocupada –añadió con tono divertido y abrí los ojos de golpe.
Thomas estaba frente a mí, tan hermoso que parecía que se burlaba del resto de nosotros, simples mortales. Llevaba pantalones color beige y un sweater de cuello alto color vino. Su cabello, como siempre, en perfecto desorden, y su incipiente barba pidiendo una caricia.
Me sonrojé en seguida, pensando en lo idiota que debería verme.
–Te sorprenderías de lo fácil que es para un profesor averiguar los horarios de trabajo de sus alumnos si trabajan en la universidad –comentó en tono de broma, pero yo no me reí.
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Maldito destino
Любовные романыMailen es una chica que ha pasado por momentos difíciles, y está dispuesta a hacer cualquier cosa para que su pasado permanezca en secreto. Sin embargo, el destino tiene preparado para ella un camino lleno de baches y de sorpresas que le harán todo...