Capitulo 6: Montaña Rusa.

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–Más vale que el Sr. Myers esté de buenas, si no lo atrapamos a la salida –comentaba Lily mientras entrábamos al salón–. Yo lo agarro y tú lo golpeas.

Solté una risita. Sólo Lily diría algo así. Era una broma, pero estaría dispuesta a hacerlo si yo se lo pedía, no me cabía la menor duda. Nos sentamos en los mismos puestos de siempre, al centro del salón, yo al lado del pasillo central y Lily a mi lado.

–Mira quién viene entrando, rompecorazones –murmuró Lily pícaramente a mi lado y seguí su mirada.

Era Steven y su séquito de jugadores de básquetbol tras él. Le había contado a Lily sobre nuestro "encuentro casual" en la biblioteca hace algunos días, ella no cabía en sí de la emoción. En cuanto me distinguió entre la gente, su sonrisa petulante apareció. Yo me hundí en mi asiento. "Por favor, que se siente lejos de mí" pensaba. No quería estar más incómoda de lo que por sí ya estaba en la clase de Thomas. Para mi desgracia, comenzó a caminar en mi dirección.

–Oh Dios mío –susurró Lily al notarlo también.

Todos mis músculos se tensaron cuando apoyó sus manos sobre mi pupitre. Estaba invadiendo mi metro cuadrado.

–Hola preciosa –dijo sugerentemente.

Lily se tapó la boca para reprimir una sonrisa a mi lado, yo la ignoré y lo miré desafiante ¿Por qué me decía así? Yo nunca le di la confianza para que me tratara así.

–Ese no es mi nombre –respondí mordaz.

Lily me dio un codazo.

–Lo sé, pero bien que te quedaría –Su sonrisa se ensanchó aún más.

Justo en ese momento entró Thomas al salón. Sus ojos se encontraron con los míos en seguida y al ver a Steven encaramado en mi puesto su mirada se oscureció. Yo sentía como mis mejillas se teñían de carmín. Steven también notó su presencia y se dirigió hacia el asiento contiguo al mío no sin antes dedicarme otra arrogante media sonrisa. Quedamos sólo con el angosto pasillo de por medio. Maldición.

Thomas dejó sus cosas en el escritorio del profesor un poco más fuerte de lo necesario.

–Espero que hayan tenido un buen fin de semana –dijo sin realmente sentir lo que decía -. Abran su libro en la página 133, hoy hablaremos de los aztecas... –Comenzó a decir y dirigió una rápida mirada hacia mi lugar, luego hacia el de Steven frunciendo el ceño. Probablemente fui la única que lo notó.

–¿Por qué eres tan pesada con él? Es obvio que le gustas, no seas idiota–Me reprimía Lily en voz baja, para que nadie más nos escuchara.

–Porque a mí no me gusta, Lily. El chico es un imbécil, se nota a leguas –murmuré sin dirigirle la mirada.

Ella resopló.

–Quién te entiende, Mailen. Tienes un dios griego a tus pies y lo rechazas ¿Te gusta alguien más acaso? –Tragué saliva notoriamente–. Porque de no ser así, no veo cuál es el problema.

–Claro que no–contesté.

Si supiera...

Abrí mi libro en la página que Thomas dijo y cuando iba a empezar a leer, algo irrumpió en mi vista. Un papel arrugado. Tenía que ser una broma. De pronto me sentía en la secundaria nuevamente. Miré hacia la dirección desde la que llegó. Steven sonreía de lado y alzaba las cejas incitándome a que lo leyera. Su par de amigos reprimían risitas a su lado. Tomé el papel y lo abrí.

"Hey preciosa, soñaste conmigo anoche? Porque yo no he dejado de soñar contigo todo el fin de semana."

No podía creer lo que estaba leyendo ¿Cómo podía ser tan descarado? Estaba por arrugar el papel nuevamente cuando alguien me lo quitó de las manos, sobresaltándome.

Maldito destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora