Capitulo 20: Desliz.

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Esa noche me esmeré. Creo que en parte era por recelo luego de lo de Thomas, pero quería lucir bien, incluso si sabía que él no me iba a ver. Busqué entre mi ropa hasta encontrar lo más sexy que encontré: una camiseta ceñida al cuerpo color burdeo con cuello en V, que dejaba ver justo lo suficiente y una falda corta y ajustada de jeans, abotonada por delante que me llegaba hasta el ombligo. Me maquillé casualmente, pero resaltando mis ojos y mis labios. Quería sentirme sexy. Quería sentir que mi autoestima no dependía de él. Luego me coloqué unas medias y unos botines con algo de taco. Lucía bien, pero me sentía igual de mal.

–Te ves bien, chica –Me halagó Lily–. Dudo que con eso no logres atraer a Steven.

Mierda.

–Ya debe haberse aburrido de mí –Intenté convencerme, pero Lily torció el gesto poco convencida.

El bar estaba en el centro del pueblo de Princeton. Era un pueblo que prácticamente giraba en torno a la vida universitaria, por lo que estaba lleno de gente joven. El lugar tenía luces cálidas, música a un volumen moderado pero mucho ruido ambiente. Se escuchaban risas y parloteos de gente en todos lados. Al ser ambiente universitario, toda clase de especímenes estaban ahí. Había gente que parecía muy intelectual, otros con ropas más bien alternativas y cabellos de colores extravagantes y otros normales, como yo. Bueno, ese día en especial, no me veía tan normal. De pronto sentía que no era mi ropa, que no era yo y me sentí terriblemente incómoda, pero ya estaba ahí, no había mucho qué hacer.

En una mesa en el fondo estaban Bernard y Steven, junto con otros chicos, pero me alerté un poco al notar que todos llevaban pareja ¿Venía como la pareja de Steven?

–Lily Robertson –La tomé del brazo antes de sentarnos–. Dime por favor que esto no es una trampa para juntarme con Steven.

–¡Por supuesto que no! –exclamó ofendida, pero luego rodó los ojos–. Aunque de todas maneras podrías acompañarlo, no trajo a nadie cuando supo que venías tú.

Soltó una risita malévola y yo la miré boquiabierta. Ella tomó mi mano y me arrastró a la mesa.

–Voy a matarte –musité antes de sentarnos, para que sólo ella escuchara. 

Me dedico una inocente sonrisa.

–¿Qué tal chicas? –Nos saludó Steven, levantándose de su lugar, pero yo me senté ignorándolo.

Algo me decía que esa noche la pasaría como una niña enfurruñada. No quería estar alerta toda la noche evitando a Steven. No necesitaba esto, necesitaba relajarme, dejar de pensar en Thomas.

Necesitaba un trago.

–¿Qué están tomando? –pregunté con un tono de voz más alto. 

Los tres me miraron algo asombrados. El resto de sus amigos estaban enfrascados en otra conversación.

–Ehm... aún no hemos pedido nada –contestó Bernard algo inseguro–. Las estábamos esperando.

–Perfecto, ¿Les apetecen unos shots? –Agregué rápidamente. Bernard alzó las cejas sorprendido, Lily frunció el ceño algo consternada y Steven rió.

–Esa es mi chica –exclamó divertido.

–No soy tu chica, idiota –respondí desafiante, intentando intimidarlo, pero esta vez sólo me sonrió lascivamente. Ugh–. Bueno, ¿Quieren o no? La vida es corta.

Luego de unos instantes Bernard se encogió de hombros.

–¿Por qué no?–exclamó divertido y Lily le dio un codazo enfadada. Yo sonreí triunfante.

Maldito destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora