Capitulo 23: No es asunto tuyo.

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No lo vi acercarse, y cuando me di cuenta de que estaba ahí, era demasiado tarde. Estaba sobre Mark y no dejaba de golpearlo. Golpe tras golpe. Mark gritaba bajo el peso de su cuerpo "¡Déjame! ¡Maldito loco!" Por un momento todo lo vi como un testigo omnisciente, intentando entender qué sucedía. Pero cada puñetazo que Thomas le atisbaba a Mark era más fuerte, más frenético. Entonces fue como si saliera del agua y me diera cuenta de lo que sucedía. Los ruidos se volvieron más claros, la imagen más nítida. Thomas estaba atacando a Mark, en el medio de la universidad, llena de testigos. La gente comenzó a acercarse rápidamente, algunas chicas gritaban desesperadas cada vez que el puño certero de Thomas golpeaba contra el rostro de Mark y gotas de sangre saltaban. 

Tenía que hacer algo.

–¡Thomas! –grité y me abalancé sobre él, atrapándolo desde atrás, intentando atrapar sus brazos, pero estaba vuelto loco. Por un segundo pude ver su rostro y estaba cegado por la ira, salpicado de sangre, parecía un psicópata, no parecía él. No quería parar. Si no lo detenía, lo mataría ahí mismo–. Thomas, basta por favor –Lloriqueé intentando frenar su brazo antes de impactar nuevamente con todas mis fuerzas. Me aferré a él como si se me fuera la vida en ello, ocultando mi rostro en su hombro. Se detuvo un segundo–. Basta, por favor –musité y lo escuché jadear.

Se giró un poco para verme a la cara, intentando recuperar la respiración. Su rostro estaba asustado, me dolió verlo así. Me miró por un instante, y estaba subiendo su mano a mi mejilla cuando algo lo empujó hacia atrás.

Mark tenía el rostro ensangrentado, un ojo cerrado y el labio roto. Tenía un aspecto aterrador, pero estaba consciente. Se abalanzó sobre Thomas y comenzó a golpearlo de vuelta.

–¡Nooo! –chillé intentando detenerlo, pero no tuve que esforzarme mucho, porque atrapado como estaba y todo, Thomas volvió a darle un puñetazo tan fuerte que lo impulsó hacia el lado, momento que no desperdició y se incorporó atrapando el cuello de Mark con su antebrazo y cerrando el círculo con su otro brazo en una perfecta llave. El rostro de Mark se tensó y unas venas comenzaron a marcarse en su sien, agarró el antebrazo de Thomas desesperado, intentando aflojar su agarre, sin poder respirar. Los ojos de Thomas estaban vacíos, su expresión era dura, inspiraba miedo. Se acercó a su oído y lo escuché hablar.

–¿Qué fue lo qué te dije que pasaría si te volvías a acercar a ella? –Su voz era baja, tenebrosa.

El rostro de Mark cambió de color, la gente se aglomeraba alrededor, pero nadie hacía nada. Había muchos alumnos, pero ningún profesor cerca. Mark comenzó a golpear desesperadamente el brazo de Thomas, pero este lo ignoraba. Yo puse mis manos en su brazo, intentando llamar su atención.

–Thomas, por favor –dije desesperada, sólo quería que esto terminara–. Déjalo, vámonos ya, por favor –Al principio no me escuchaba, tuve que pasar mi temblorosa mano por su cabello para que se girara a mirarme–. Thomas, basta. Lo vas a matar.

Su expresión cambio, de pronto volvió a ser él y soltó bruscamente a Mark, quién cayó al suelo con las manos sobre su cuello, aliviando el dolor, intentando recuperar la respiración.

Thomas jadeaba, miró alrededor algo confundido, dándose cuenta de la escena que había montado. Yo también lo noté. Mucha gente había visto eso, no era nada bueno. Lo tomé del brazo.

–Vamos –musité y tiré de él, quien, sin dejar su asombro, se dejó llevar.

Caminé rápidamente hacía el estacionamiento de la residencia, debía sacarlo de ahí lo antes posible, antes de que todo empeorara. Él me seguía en silencio. Entramos en mi auto sin decir una palabra, Thomas aún respiraba entrecortadamente, y no me dirigía la mirada. Encendí el motor y salí rápidamente de ahí, camino a su casa.

Maldito destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora