Capitulo 32: El destino.

928 94 13
                                    


El ruido de la televisión fue lo primero que escuché.

"Más de 40 heridos y al menos 13 muertos son el triste saldo que dejó uno de los episodios más violentos de los que la Universidad de Princeton ha tenido que ser testigo hasta el día de hoy. Hemos tenido acceso a las cámaras de seguridad del recinto que delatan el momento exacto en que el que el terrible suceso se lleva a cabo. Les advertimos que las siguientes imágenes contienen violencia explícita y pueden herir la sensibilidad de los telespectadores, si hay niños frente a la pantalla les recomendamos..."

–Que montón de morbosos sensacionalistas. Apáguela, por favor.

Era Thomas, su voz... Se escuchaba tan cerca.

Intenté abrir los ojos, pero me resultaba difícil, mis párpados pesaban mucho. Me removí incómoda en mi lugar, todo mi cuerpo parecía que despertara de una larga hibernación, apenas me contestaba.

–¿Mailen? –Sonaba sorprendido, muy cerca de mi rostro– Vamos, hermosa, despierta...

Logré abrir los ojos lentamente. Todo se veía borroso y demasiado iluminado al principio, pero luego fue aclarándose de a poco.

Su rostro apareció frente a mí, sus ojos de chocolate fundido me observaban emocionados, una barba incipiente en su rostro bastante descuidada me decía que no se había afeitado hace un par de días... ¿Qué día era? Todo era muy confuso.

Intenté acomodarme en la camilla, pero un intenso dolor en el hombro me lo impidió. Me miré y vi un amplio vendaje sobre mi herida. Pero había algo más... Un extraño artefacto en mi brazo derecho, manteniéndolo inmóvil ¿Me había roto el brazo? Fruncí el ceño medio adormilada.

Thomas colocó una mano sobre mi mejilla y me acarició, haciendo que me girara a verlo nuevamente.

–Todo está bien, cariño, tranquila... –musitaba con una sonrisa emocionada.

Sus ojos se humedecían. Quería alzar el brazo para acariciarlo también, pero el artefacto me lo impedía.

–Thomas... –musité, levantando mi mano izquierda a cambio, con algo de dificultad, para acariciar su rostro.

Él cerró los ojos en cuanto entré en contacto con él y tomó mi mano sobre su mejilla, sintiendo el momento. Respiraba extraño, como si contuviera las lágrimas. Tomó mi nuca con su mano libre y apoyó su frente en la mía, sin abrir los ojos y se quedó así unos instantes, regulando su respiración, emocionado.

–Iré a avisarle al doctor –dijo una enfermera a los pies de la cama, sonriendo.

Ni siquiera me había percatado de su presencia.

–Gracias –La despidió él, separándose un poco de mí.

–¿Qué día es hoy? –pregunté.

–Sábado.

Me quedé mirándolo confusa.

–¿Han pasado tres días?

–Así es –contestó, su expresión se volvió más seria– ¿Cómo te sientes?

–Rara –respondí.

Entonces algunos recuerdos comenzaron a destellar en mi mente... Los disparos, los gritos, llantos...El rostro de Mark en el suelo, sus ojos abiertos de par en par, Lily en mi regazo, muerta... Todo...

¿Realmente había sucedido?

–¿Estás bien? –preguntó él tomando mis manos entre las suyas, como pidiéndome que lo mirara.

Maldito destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora