37: Sobre estar varado.

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Sehun hizo planes para el viernes unos cuantos días atrás. Había estado animado ese día, seguro de que pasar el rato con sus amigos, jugar un poco y comer algo con ellos le ayudaría a distraerse y mejorar su ánimo. Eso fue el miércoles. 

Ahora, que era viernes por la tarde, se encontraba despatarrado en el sofá, envuelto en una gruesa manta como un burrito, mirando un variety show que siempre conseguía entretenerlo; a unas pocas horas del horario pautado con el resto de sus amigos para reunirse.

¿Sus ganas de salir a socializar? Flaqueando.

Los chistes de los presentadores lo hicieron reír unas cuantas veces. Cuarenta minutos después, se puso de pie solo para ir a la cocina y regresar con un tubo de papas fritas, acomodarse en una posición ligeramente diferente a la de antes, y buscar por alguna película interesante que ver. Eligió una porque la portada era divertida, sin leer el resumen, y masticó las frituras mientras la pantalla rodaba el nombre del director y la productora de la cinta.

Le tomó media hora darse cuenta que la película no le gustaba y que en realidad no le había estado prestando atención la mitad del tiempo. No podía recordar el nombre de los personajes y no estaba seguro de lo que estaba pasando, a parte de que alguien había muerto. Presionó el botón rojo en el control remoto, y se dejó caer contra el respaldo del sofá. Exhaló.

¿Sus ganas de salir a socializar? Inexistentes.

Así que sacó el móvil del bolsillo de sus viejos pantalones de pijama y comenzó a escribir una excusa para no hacerlo. Desde el umbral de la antesala apareció Bin, quitándose la bufanda y los guantes y castañeando los dientes exageradamente, dejando las prendas desordenadas sobre el modular. Se acomodó el cabello detrás de las orejas y se giró.

―Santísima mierda ―jadeó al posar los ojos sobre su hermano―. ¿No te has movido desde que me fui? ¿No se te acalambra el culo?

―No está el horno para bollos.

―¡Qué va! Si yo te veo radiante.

Sehun le dio una mirada que podría haber marchitado todo un bosque.

―¿No deberías estar ya cambiado de ropa? Creí que quedaste con tus amigos esta noche ―cuestionó ella, sentándose en el espacio libre en el sofá.

Recordando que tenía un mensaje que enviar, Sehun devolvió su atención a su móvil y continuó escribiendo, entretanto contestaba:

―Estoy cancelando.

―¿Por qué?

―Va a llover.

―¿Qué? Pero si no han pronosticado ninguna lluvia...

―¿No? A mí me pareció escuchar que sí.

Bin le arrebató el celular de las manos y le dio una mirada aguda.

Toska «hunhan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora