32: Piezas faltantes.

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⚠️TW: Ataque de pánico

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⚠️TW: Ataque de pánico. Leer con responsabilidad.



Cuando Sehun abrió los ojos, no estaba ni siquiera seguro de qué día era. Le tomó un largo momento ubicarse y comprender en dónde estaba, moviendo los ojos desde el plafón en el centro del techo a las delgadas cortinas de visillo, a través de las cuales podía distinguir el aguacero que aún caía en la calle, las gotas descendiendo en diagonal frente a la luz del poste de iluminación en la acera un poco más abajo. La habitación del motel.

Se frotó los ojos con el dorso de la mano, preguntándose cuánto habría dormido mientras rebuscaba alrededor de las sábanas por su celular para ver la hora. Recordó entonces que no lo tenía a la mano, pues lo dejó sobre la mesa del otro lado de la habitación antes de irse a dormir. La idea de ir a por él le dio muchísima pereza, así que renunció a revisar la hora. Seguramente fuera de madrugada. El silbido del viento y el siseo de la lluvia aumentaron fuera, las gotas repiquetearon violentamente contra el cristal y el movimiento del otro lado de la cama lo alertó de que Luhan estaba despertando también. Casi podía oírlo ya quejarse del torrencial, soltando resoplido tras resoplido.

Se giró hacia él, entrecerrando los ojos en la penumbra en busca de su espalda, que había sido lo último que había visto de él antes de caer dormido. Pero no lo encontró despertando; sino que él ya estaba sentado en su lugar, con las piernas dobladas cerca del pecho, las manos reposando alrededor de sus tobillos, la frente entre las rodillas. Quieto y en silencio.

Sehun se sentó lentamente, alerta.

―¿Lu? 

No hubo ninguna respuesta, ni ningún signo de que le hubiese escuchado. Sehun adelantó la mano y le tocó el antebrazo con dedos vacilantes, sintiendo con ellos su piel fría y sudorosa, los músculos bajo ella rígidos al igual que el resto de su cuerpo, tan tirante como una cuerda demasiado tensada.

―Luhan ―llamó, tragándose la inseguridad que amenazaba con quebrarle la voz―. Dime qué pasa.

Los hombros del aludido se achicaron y su cabeza se hundió un poco más, sus brazos estrechándose alrededor de sus rodillas como en un intento por volverse todo lo pequeño que pudiera. Sehun se volteó, estirándose a ciegas para encontrar la lámpara sobre la mesa de luz y aclarar la habitación. Algo estaba muy mal.

Un tirón en su camiseta lo devolvió a su lugar antes de que pudiera llegar al interruptor. Miró los dedos de Luhan aferrados a la tela en su costado, y luego a su rostro que apenas se había alzado del hueco en la unión de sus rodillas. 

―No la prendas.

―Dime cuál es el problema ―pidió, cubriendo su mano helada con la suya―. Es... ¿Es por los sueños de nuevo? ¿Tuviste otra pesadilla?

Toska «hunhan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora