13: Aprensión.

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Por la mañana del sábado partieron de regreso a Seúl.

Al haber llovido toda la noche, la calzada estaba aún húmeda y la temperatura había descendido varios grados. Sehun estaba hundido en el asiento, con los auriculares puestos aunque no estaba escuchando nada. Era solo una forma de evitar que sus padres intentaran entablar una conversación con él, porque estaba de malhumor. Luhan dormitaba con la cabeza apoyada en la ventanilla y la capucha de la sudadera puesta.

Se sentía inquieto desde el día anterior. Apenas había pensado en el asunto que más debería haberlo afectado, que era el hecho de que hubiera tenido sexo con su mejor amigo, porque solo podía repetir la conversación que habían tenido horas después de aquello.

¿Qué quiso decir con eso? ¿Por qué se merecería una pesadilla sobre algo así? No tenía sentido, ¿siquiera significaba algo? ¿Había oído bien? Quizá estaba leyendo demasiado sobre algo y exagerándolo en su cabeza. Quizá solo lo había dicho por decir, pero... de todas formas. No quería darle tantas vueltas, y ahí estaba pensando en ello e intentando conseguir una respuesta lógica, porque esa era su naturaleza. Y porque todo lo relacionado al accidente de los Lu, le causaba ansiedad.

Suspiró y giró la cabeza hacia la ventana, viendo desinteresadamente a través de ella. Estaba próximo a caer dormido, cuando el estridente ringtone de su madre resonó en el auto.

―¿Aló, Binnie? ―contestó, con una gran sonrisa. Sehun pudo escuchar la aguda voz de su hermana mayor desde su lugar―. Estamos a una hora... ¿El almuerzo? No, está bien, ya me encargaré yo... Aah... ¿quieres... cocinar tú?

Sehun abrió los ojos como platos y se reclinó hacia delante, tironeando de la ropa de su madre con insistencia. Hyejun lo miró y él negó repetidamente con la cabeza, suplicando con los ojos que dijera que no. La cocina no era el fuerte de Bin. En realidad, era su mayor defecto. O tal vez fuera un talento. Un talento insuperable en conseguir que hasta los fideos instantáneos supieran mal. Pero ella se empecinaba en continuar intentándolo, aunque nunca probaba su propia comida.

―¿Por qué no mejor nosotros llevamos algo a casa? Podemos pasar a comprar tteokbokki del restaurante ese que te gusta... ―persuadió, abofeteando la mano de su hijo que tironeaba de ella―. De acuerdo... Mmh... Nos vemos en un rato, cielo.

―No va a cocinar, ¿no? ―preguntaron Sehun y Daemyung al mismo tiempo.

―No, no va a cocinar.

Ambos suspiraron de alivio.

Sehun volvió a recostarse en su asiento. Luhan, a su lado, tenía una mirada divertida en su rostro recién despierto. Se estiró, bostezando, y luego su mano descansó sobre el cuero del asiento en medio de ellos y la otra rebuscó en sus bolsillos por su celular. Leyó la pantalla con una ancha sonrisa.

Toska «hunhan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora