16: Rendición.

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Sehun se pasó una mano por la frente, limpiando el rastro de sudor de ella con una mueca de fastidio. Bajó la cremallera de la sudadera del uniforme deportivo, y cuando eso no hizo nada para refrescarlo, se la quitó y la lanzó a su lado en el escalón donde estaba sentado. Miró la hora en su reloj de muñeca y se exasperó. Quedaban cuarenta y cinco minutos de la última clase del día, su clase menos favorita: Gimnasia.

―¿Estás enfermo?

Giró la cabeza, encontrándose con Junmyeon caminando por el escalón hasta llegar a su altura. Se sentó a su lado, cruzando un tobillo sobre el otro.

―Se supone ―respondió Sehun―. ¿Qué haces tú, hyung? 

El grado de Junmyeon estaba en la cancha contigua, teniendo su propia clase.

―Me tocó ser suplente... estaba aburrido así que vine a ver qué tenías ―se encogió de hombros―. Hoy está sofocante, ¿no te parece?

Sehun asintió. Ese día estaba siendo particularmente caluroso, la temperatura era tan agobiante que Sehun no fue capaz de mantenerse en el partido ni por diez minutos; y terminó fingiendo un repentino tirón en la pierna frente al profesor hasta que fue enviado a la enfermería, donde la enfermera lo miró, sabiendo que estaba mintiendo, y le dijo que descansara el resto de la clase. Y ahora estaba ahí, sentado en las gradas, observando el partido.

Ese día había tocado fútbol, lo que era peor todavía. Bueno, tal vez solo para él. El resto de sus compañeros parecían muy entretenidos, todos sudando bajo los rayos abrasadores y persiguiendo la pelota de un lado al otro por el terreno. Principalmente Luhan. Luhan era especialmente feliz cuando jugaba al fútbol.

―Va a anotar ―predijo Junmyeon, con los ojos al frente.

Sehun dirigió la mirada al predio también, encontrando fácilmente la cabeza rubia de su mejor amigo entre sus demás compañeros. Pocos segundos después, Luhan anotó y su equipo gritó, festejando mientras él saltaba alrededor, eufórico. Sehun sonrió. Realmente admiraba su talento en los deportes. 

Luhan, aunque no era muy fuerte, era ágil y rápido, siempre ganaba en las carreras de relevos, era difícil bloquearlo en los partidos de baloncesto, y tenía buena puntería, así que conseguía meter goles hasta en las situaciones más complicadas. Verlo jugar era entretenido. Podría pasarse horas viéndolo correr de un lado a otro detrás de la estúpida pelota.

Sacudió la cabeza, forzándose a alejar la mirada y quitarse la sonrisa de la cara. ¿Por qué se pasaría horas mirando eso? Odiaba el fútbol.  

Al girar la cabeza, se encontró con los ojos de Junmyeon. Había olvidado que seguía ahí. Su hyung lo contempló por unos segundos, los cuales pusieron a Sehun un poco incómodo, y luego le sonrió, palmeándole la espalda amigablemente. Junmyeon a veces era raro. Siempre tenía ese gesto que parecía saber mucho, como cuando su madre le escuchaba decir una mentira y asentía, aunque ya supiera la verdad. 

Toska «hunhan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora