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Los padres de Rose y Max, leían los papeles que ella y su hermana le habían entregado, los tres parecían atentos, leyendo cada punto que las hermanas habían reescrito en un papel en blanco, sobre por qué la universidad  que la adolescente eligió e...

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Los padres de Rose y Max, leían los papeles que ella y su hermana le habían entregado, los tres parecían atentos, leyendo cada punto que las hermanas habían reescrito en un papel en blanco, sobre por qué la universidad que la adolescente eligió era una opción excelente para la educación superior de Amandla. Sólo había un pequeño gran detalle; ellos aún no sabían que estaba ubicada en California.

-Es bastante interesante -Menciono Max sonriendo-. Este chico la aprueba con diez puntos.

-Sí... Tienes muchas cosas positivas, es muy linda y puedes optar a grandes beneficios. Me gusta -Dijo Lilian madre.

-¿Dónde queda? -Preguntó Albert, el padre de los tres hermanos-. No es la universidad de Nueva York...

-Eso es algo que..., quería mencionarles. Verán, es..., es...

Rose puso una mano sobre el hombro de su hermana, Amandla la miró, para luego dar un suspiro.

-Está en otra ciudad -Murmuró la adolescente nerviosa.

-¿Dónde? -Preguntó Max.

-... California -Dijo finalmente Amandla, mirando sus manos, las cuales traspiraban del puro nervio al escuchar la respuesta de sus padres y hermano mayor.

Un silencio rodeó a la familia Warren por varios segundos, tal vez minutos. Rose miró a sus padres y hermano, sin saber realmente lo que sus expresiones decían. Su madre parecía más bien sorprendida, al igual Max. Su padre, de pronto se notó serio y enojado, pero luego comenzó a reír a carcajadas.

-En serio, buena broma, chicas -Dijo el hombre entre risas.

Incluso Hope, sentada en una silla para bebés, parecía incómoda ante la situación, ella bebía su leche, mirando con atención como su abuelo reía.

-No..., no es una broma, papá -Dijo Amandla mirándolo.

El hombre dejó de reír, su rostro estaba completamente rojo.

-No -Dijo finalmente, poniéndose de pie, dispuesto a subir las escaleras.

Rose lo detuvo ágilmente, tomándolo por el brazo.

-Sé perfectamente lo duro que eres para escuchar y lograr entender ciertas cosas, papá. Pero, en serio, deberías poner tu trasero en ese sofá. No quiero verte cerrar tu mente, como lo hiciste cuando te dije que estaba embarazada. Siéntate, por favor, y escucha lo que tu hija tiene que decir...

El hombre miró perplejo a su hija, quien lo miraba seria, directo a las ojos. Él miró a su esposa, quien le dio una ladeada sonrisa.

-Deberías hacerlo, Albert -Dijo Lilian.

Él caminó de vuelta a sentarse junto a su hijo y esposa.

-Primero; sé que da miedo, que suena como una terrible idea, que nos da terror dejar ir a la "bebé de la casa" -Dijo Rose haciendo comillas con sus dedos-. Pero, creo en esa chica, creo en su talento y en lo madura que es. Segundo; la universidad es asombrosa, ella tendrá la oportunidad de conocer un mundo nuevo, de abrir su mente a cosas nuevas. Tiene incluso, la posibilidad de viajar a Praga y Paris en su último año, ¿no sería perfecto para alguien que quiere ser diseñadora de modas? ¡Si ustedes creyeron en mí y logré ser una excelente madre! Podrán aceptar que ella se vaya a California a estudiar... Ella es grande, cumplirá la mayoría de edad en pocos meses, ya no es la bebé de la casa, acéptenlo de una vez... Por favor.

TREINTA Y UN ROSAS PARA ROSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora