Tercera parte

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Al entrar a la casa de su abuelo en California, Sophia, su abuelastra, lo abrazó con fuerza, Wallace fue el siguiente en abrazarlo y finalmente, Derek, su tío favorito.

-Mierda, muchacho, estás gigante -Dijo Derek, al mismo tiempo que lo abrazaba-. Y tan guapo, a éste paso, realmente deberé enseñarte a cómo usar un condón.

Wallace comenzó a reír con fuerza, mientras Austin le daba una fea mirada a su hermano menor.

-Cierra la boca, idiota -Gruñó Austin, haciendo reír con más fuerzas a Wallace.

-Cierra la boca, pedazo de mierda. Tu hijo no es un niño y apuesto a que será tan mujeriego como yo, con ese lindo rostro...

-Basta -Pidió Austin rodando los ojos-. En serio, basta.

Oliver rió, medio nervioso, y como siempre, fue Sophia quien lo sacó de aquella incómoda situación. Lo tomó del brazo, arrastrándolo hacia la cocina.

-Sabes que puedes y debes hacer todo al tiempo que quieras, ¿no? -Preguntó Sophia dándole una cálida sonrisa-. No es necesario hacer cosas porque tu chistoso tío Derek lo dice...

Oliver rió, asintiendo con la cabeza. Se sentó en uno de los taburetes, viendo a la mujer cocinar algo que olía delicioso.

-Lo sé -Dijo él sonriendo-. Muchas gracias, en serio. Siempre sabes que decir, abuela.

Sophia volteó su rostro, para poder guiñarle un ojo.

-Ahora dime, ¿cómo estás? ¿Hay alguna chica en tu vida?

Las mejillas de Oliver se sonrojaron por completo y Sophia lo notó de inmediato. Una gran sonrisa se dibujó en su rostro.

>>Eso para mí es un sí -Canturreó la mujer.

Oliver comenzó a reír, jugando nerviosamente con sus manos.

-La verdad es que sí -Dijo él en voz baja.

Sophia dejó lo que estaba haciendo. Apagó la cocina y con rapidez, se sentó a un lado de Oliver, no sin antes, cerrar la puerta de aquella cocina con seguro, para que nadie los interrumpiera.

-Cariño, ¿está todo en orden? -Preguntó Sophia preocupada, notando algo en los ojos de Oliver, algo no estaba bien y lo había notado de inmediato.

-Creo que no.

-Cuéntame si quieres, mi hermoso niño. Sabes que puedes confiar en mí.

Oliver dio un suspiro, vio como Sophia se ponía de pie una vez más, en busca de un vaso con agua que luego le tendió al adolescente.

-Me he enamorado de la chica equivocada -Susurró Oliver, tras dar un gran trago de agua fría.

-Oh, Oliver. Ninguna chica es la equivocada, si de amor se trata, todas son la indicada, sólo basta que tú lo sientas de esa forma. Si tú dices que es la equivocada, entonces así será, porque tú lo piensas así. Pero, si comienzas a cambiar esa negatividad, todo cambiará, Ollie. Cualquier chica es la indicada si así te lo propones...

TREINTA Y UN ROSAS PARA ROSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora