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No tenía pensado subir capítulo hoy, pero lo haré de todas formas, porque desapareceré por algunos días. Así que, ténganlo en cuenta... 

Rose nerviosa, esperaba a que alguien abriera la puerta principal de la casa de sus padres

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Rose nerviosa, esperaba a que alguien abriera la puerta principal de la casa de sus padres. Lilian fue quien lo hizo. Con una enorme sonrisa en su rostro, abrazó a Rose con fuerza, acariciando su espalda, de arriba abajo. Rose suspiro, necesitaba aquel abrazo reconfortable de su madre.

-Te extrañé, hija Susurró ella en el oído de Rose.

-También yo.

Sólo un chillido infantil fue capaz de romper aquel abrazo. Hope llegó corriendo hacia su madre, completamente feliz.

-¡Mamá! -Chillaba la pequeña, hasta llegar a Rose, quien la esperaba arrodillada, con los brazos abiertos.

-Hola, mi bebé hermosa.

Rose besó sus mejillas y su rostro completo, haciendo reír a la menor. La abrazó y besó por largos minutos. Realmente necesitaba a su hija pequeña.

Tras tres semanas lejos de Hope, los cuales fueron como una eternidad, Rose se sentía un poco mejor, para poder ver a su hija. Se sentía un poco más fuerte que los primeros días de lo ocurrido.

A Hope, su abuela le había dicho que su madre estaba de viaje por cosas del trabajo, pero que volvería pronto, con un gran regalo para la menor.

Sentados en el césped del patio trasero, Hope se encontraba aparada tras su madre, intentando hacer un peinado a la castaña, y aunque Rose hacía pequeñas muecas, por los tirones de cabello, dio una enorme sonrisa al ver su reflejo en el espejo. Su cabello estaba lleno de pasadores, de distintos colores y formas, haciendo reír a Rose con diversión.

-¡Me ha encantado! -Dijo ella, mirando a Hope.

La menor rio divertida, volviendo a sentarse sobre los muslos de su mamá.

-¿Ti gusta? -Preguntó ella con un tono de voz dulce y calmado.

-Me encanta. Eres una buena peluquera, cariño.

La pequeña rubia rió con ternura, tapando su cara con ambas manos.

-¿Cuándo volverás a la oficina? -Preguntó Lilian, cuando Hope comenzó a jugar con algunos juguetes a su alrededor, aun sentada en las piernas de Rose.

-En dos días -Respondió Rose, sonriendo de lado-. Mi jefe fue a casa un par de veces, luego de que Austin lo llamara y por supuesto entendió por completo lo..., lo que había ocurrido.

Rose miró a su hija jugar, intentando distraerse, para no largarse a llorar. Lilian tomó su mano, llamando la atención de la castaña.

-¿Cómo estás, hija? -Preguntó la mujer en un susurro.

-Hablemos de esto después, mamá -Murmuró Rose, haciendo una seña con su cabeza, apuntando a Hope jugando en sus piernas-. De todas formas, gracias por cuidar de ella... En serio...

TREINTA Y UN ROSAS PARA ROSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora