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-Estoy bien -Aseguró Rose, tartamudeando en el intento-. En serio, estoy bien.

-Luces..., luces bien -Dijo Ron frente a ella-. Digo, estás temblando un poco, luces unos tonos más pálida y...

-Estoy bien -Aseguró ella mirando a su acompañante con una falsa seguridad.

-Claro.

Él miró a sus dos lados, incómodo; ella no lucía bien. Rose por otro lado, miró -nuevamente- hacia donde se encontraba Austin. Ya no estaba ahí. Dio un suspiro, intentando calmar el rápido latir de su corazón.

Sabía que, después de tanto tiempo, ver a Austin sería algo porqué emocionarse, sentir mariposas en su estómago y querer chillar de alegría, pero jamás se imaginó que su cuerpo reaccionara de aquella forma al ver a Austin. Sus manos temblaban y sentía nauseas, como si su cuerpo no reaccionara al encontrarse con él, el amor de su vida, tras largos meses separados. 

-¡Rosie! -Mona llegó a su lado, recordándole que ella también estaría ahí.

Con su crecida barriga, Mona lesonrió y abrazó a Rose. John, el esposo de ella, la abrazó de igual forma. El hombre la tomó por los hombros, Rose lo miró sonriendo débilmente.

-Rose, ¿estás bien?

-¡Que sí, joder! -Chilló ella, alarmando a los tres.

Ron, Mona y John se miraron entre sí, bastantes sorprendidos por el grito de la castaña. Rose aclaró su garganta y dio un gran suspiro.

-Voy al baño -Anunció ella.

-Voy contigo -Se apresuró a decir Mona.

Juntas caminaron al baño de damas. Era un baño bastante grande, ambas entraron, Mona cerró la puerta con seguro, giró sobre sus pies, observando con una tímida sonrisa a su mejor amiga.

-No recibí ningún mensaje de que ya habías llegado.

-Lo siento, mi mente está... Ha estado muy confusa -Dijo Rose.

Caminó hacia el lavado y apoyó sus manos en la cerámica blanca, dejó ir un respiro y miró su rostro en el espejo.

-Luces bellísima -Dijo Mona sonriendo.

Rose la miró y le dio una sincera sonrisa.

-También tú, Mona. ¿No tuviste problemas en el vuelo?

-No -Dijo ella sonriendo-. Llegamos ayer por la tarde y te lo juro, no puedo dejar de comer fresas. Las hay por todas partes y yo..., necesito una ahora.

-¿Ahora entiendes mi obsesión por el helado de chocolate con almendras? -Preguntó Rose sonriendo, sintiéndose un poco más relajada al estar con su mejor amiga.

-No sabes cuánto -Aseguró Mona-. Ahora, vamos allá afuera. La comida está increíble y el trasero de tu chico luce genial con sus pantalones ajustados.

TREINTA Y UN ROSAS PARA ROSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora