Capítulo 35

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-¿Te has enterado?- Introducí el tema.

-¿De qué?- Dijo otra vez nervioso.

- Han atacado a uno de mis iniciados y ha tenido que renunciar.

-¿Ah, sí?- Parecía más tranquilo.- ¿Qué le han hecho?

-Le han cortado una mano.

Abrió los ojos sorprendido.- Guau.

-Ya. Guau.- Repetí.

***

Tenso. Esa es la palabra que describiría a la perfección la situación entre Cuatro y yo en estos momentos. Se sentía reacio a hablarme y se mantenía distante.

Le cogí la mano y la apreté cuando hizo un amago para apartarla tensa. Le lancé una mirada de "¿cuál es tu problema?", mas él desvió sus ojos al suelo mientras seguíamos andando. Me desvié del camino y casi lo arrastré a una zona más alejada y tranquila donde podríamos hablar de una vez por todas de su inusual actitud.

-¿Estás bien?- Le pregunté una vez que nos paramos en un lugar vacío y solitario.

-No.- Dijo confirmando mis sospechas. Su mirada me indicaba que guardaba algún secreto que le carcomía la cabeza.

-¿Por qué no me lo cuentas?- Le sugerí suave para tranquilizarle, ya que su mano estaba comenzando a sudar. Asintió poco convencido y se sentó, estirando de mi brazo para arrastrarme con él al suelo, en su regazo.

-Tengo que contártelo ya.- Parecía que se lo decía a sí mismo, como si necesitara convencerse de que era lo correcto, aunque trajera malas consecuencias. 

Me tragué el nudo que se estaba formando en mi garganta.- ¿Es algo malo?- Deseé con mi alma que dijera que era bueno, o mejor aún, que todo esto era una broma de mal gusto.

-Horrible.- Vaciló antes de decirlo. Mi mente iba formando ideas que a no me gustaban en absoluto.

-Me estás asustando, Cuatro.- Dije a la vez que me intenté apartar de su regazo para poder ver mejor sus facciones e intentar descifrarle. Sin embargo, aumentó su agarre evitando que me moviera.

-Espera.- Me dijo y se quedó callado.  Todo estaba en silencio excepto su respiración forzada y pesada y sus sonoros y fuertes latidos que resonaban alocados. ¿Qué había hecho? Nunca lo había visto tan nervioso e inseguro, y eso me asustaba.

-¿Qué has hecho Cuatro?- Rompí el silencio que me asfixiaba, mas él siguió intentando controlar sus respiraciones o eligiendo las palabras adecuadas, que sé yo.

- Te lo contaré, pero no te enfades, ¿vale?- Dijo después de unos minutos que me había torturado con lo peor que podría salir de esos labios.

-No puedo prometerte eso y lo sabes.- No podía decir que sí y que luego lo que diga me rompa en mil pedazos que es lo más probable. Es eso, o que de repente se ha vuelto un dramático.

Suspiró sonoramente.- Está bien...

Lo que me iba a decir probablemente rompería nuestra relación para siempre y eso me asustaba, no, me aterrorizaba. No quería perderle, pero tampoco podía perdonarlo si lo que ocultaba me afectaba a mi o a nosotros. Hice algo, no sé si loco o apasionado, pero le cogí el rostro con mis manos y lo miré a los ojos antes de besarle con todas las ganas del mundo. Estaba enamorada de este hombre, y antes de que sus palabras me hicieran daño quería besarle para recordar esa parte que amaba de él. Sus labios estaban rígidos, por lo que no llegué a profundizar el beso. Fue tierno y esperanzador, como si sus palabras no me fueran a dañar tanto.

Me separé, no sin antes acariciar su rostro y fijarme bien en esas facciones que me atraían.

-Puedes continuar.- Dije aún más débil de lo que creía. Sus ojos estaban muy abiertos por el beso.

Divergente (Sin Guerra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora