Capítulo 39

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En el capítulo anterior...

Ojalá estuvieras conmigo siempre mamá.-Le dije totalmente sincera.

-Eres una chica que nunca ha dependido de nadie.-Se levantó del sitio.-Así que sal ahí y demuestrale al mundo de lo que un Prior es capaz.

Y esa señores, era mi madre osada, no la abnegada.

-¿Y qué hago con el dolor?-No hizo falta decirle de quién hablaba.- Cuando llegue no podré evitarle eternamente.

Me levanté también.

-Tú nunca has evitado un problema. Da la cara y enfrentate a él. Nunca sabrás lo bueno que puede traer esa decisión.

Que verdad tan inmensa,¿cierto?

*****

Me costó horrores volver a separarme de mi madre, pero después de abrazarla muchas veces y decirle cuánto la extraño, al fin salí de casa y he de confesar que parecía renovada, como si mis fuerzas hubieran vuelto.

He decidido que no voy a sufrir más por Cuatro. No me  merezco pasarlo mal por una persona como lo es él. No se merece mis lágrimas.

No me pude despedir de mi padre, pues iba a anochecee pronto y la hora de la cena se iba a pasar y me quedaría sin comer nada, por lo que le dije a mi madre que le diera un abrazo de mi parte.

Hacía buen tiempo por la sede abnegada, había niños jugando por las calles y no tan niños que simplemente paseaban y observaban la inmensa felicidad que transmitían los primeros nombrados.
Iba a salir de Abnegación cuando escuché unos pequeños murmullos que negaban y unos sollozos procendentes de una voz infantil. Entrecerré los ojos y me dirigí hacia la procedencia del sonido, encontrandome con una situación que provocaba que mi sangre hirviera de ira.

Unos niños eruditos-lo sabía por sus vestimentas azules- concretamente tres, estaban acorralando a uno de abnegación.

-Venga, danoslo si tan buenos sois los estirados.-Insistía uno de los muchachos.

El abnegado sólo negaba con la cabeza mientras agarraba algo que desconocía entre sus pequeñas pero prietas manos.

-Nunca os anteponeis a los demás, ¿por qué tú sí?-Preguntó otro.

-No puedo...no...-Sollozo el abnegado provocando las risas de los otros tres.

No pude seguir escuchando más.

-Eh, vosotros.-Solté acercandome a donde los cuatro chicos estaban. Sus miradas de sorpresa fueron enormemente divertidas y ma tontería se les fue a los tres eruditos casi al instante.-¿Qué os pensáis que hacéis?

Los tres vacilaron al hablar.-Bueno, los abnegados se suponen que ayudan a los demás antes que ellos y nosotros...-Iban tropezandose con las palabras.

-¿Y vosotros?-Les interrumpí poniendome delante del abnegado que se hallaba totalmente en silencio.-Vosotros sois eruditos y se supone que vuestro fuerte es ser inteligentes...-Sonreí.-Bien, pues actuar como tales.

Las mejillas de los tres niños se pusieron rojas.

-Largaos.-Inmediatamente se largaron corriendo sin siquiera pestañear.

El primer acto inteligente de sus efímeras vidas: salir corriendo sin replicar.

Puede que me haya pasado un poco con ellos. Puede que esté acostumbrada a ese noto duro y crudo por mi ocupación de instructora. Puede que haya juntado tods mi rabia y la haya pagado con los críos.

Divergente (Sin Guerra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora