Prodigies. ➳Min Yoongi.

Capítulo 36

—... Creo que se está despertando...

—... Yoongi, acércate, se está moviendo...

—... Apártate, Hoseok, le cambiaré el paño del estómago...

Sentí como las mantas que tenía encima se hacían a un lado, notando automáticamente el frío en mi piel desnuda. Sin embargo, en cuanto noté una mano fría tocándome el abdomen, aquella dejó un cierto ardor en la zona. Sí, podría ser porque estaba tocando muy cerca de la herida aún abierta y ensangrentada de mi estómago, pero era mucho más que eso. Sabía perfectamente que la única persona capaz de provocar aquella sensación en mi cuerpo era Yoongi.

—... Ya casi está... —oía su ronca voz rompiendo el silencio de la habitación.

Mis ojos aún no eran capaces de abrirse, sin embargo, ya no estaba inconsciente. Era capaz de oír cosas sueltas, algunas las entendía y otras simplemente quedaban ensordecidas por un pitido insoportablemente agudo que se me colaba por el oído.

Me revolví incómoda, el frío comenzara a azotar mi cuerpo de nuevo.

Automáticamente escuché las preocupaciones de Hoseok, y volví a notar las frías manos de Yoongi tocando mi cuerpo. En concreto mi frente.

—Hoseok... ¿Es normal que tenga la frente ardiendo? —la voz de Yoongi sonaba rara. Como intentando aparentar calmado, pero sin éxito. Parecía angustiado y sin saber qué hacer.

Hoseok levantaba el tono de su voz cuanto más se preocupaba, lo que provocaba que Yoongi le regañara y le mandara callar por si a mí me molestaba. Aquello me pareció tierno, pero me sentí mal por Hobi. Sabía que el pobre cuando se angustia mucho lo expresa gritando y hablando sin parar. El hecho de que Yoongi le mandara guardarse las emociones adentro solo podía empeorar el estado de mi amigo.

Aunque, cuanto menos hablaban, mejor me sentía. Tenía que admitir que el ruido me molestaba.

Pasados unos quince minutos, en los cuales solo era capaz de escuchar las pocas palabras que compartían mis amigos y el tic tac del reloj, pude abrir mis ojos. Según pude aclarar mi vista, ví dos rostros llenos de asombro y alegría. Si no me aplastaron en ese momento a besos y abrazos fue porque no estaba en el estado físico para hacerlo.

—¡Haneul! —gritaron ambos a la vez, con una enorme sonrisa adornando su manchado rostro.

Fruncí mi ceño al verlos en aquel estado.

—Deberíais daros un baño. —fue lo primero que dije, intentando incorporarme. Sin embargo, en cuanto doblé mi abdomen para sentarme, un dolor muy grande hizo que soltara un quejido y me tumbara al instante.

La herida aún estaba abierta y no me permitía moverme.

—¿Qué haces, tonta? —el tono de Yoongi había cambiado totalmente. Su voz volvía a ser calmada e incluso melosa hacia mí—. No puedes moverte, ¿está bien? Cuidaremos de tí hasta que te recuperes. No podrás moverte en unos días.

—¿En unos días? —pregunté con un tono irónico—. ¿Unos días? ¡En unos días ya no estaremos aquí, Yoongi! ¡Ni siquiera yo y mi estúpida herida!

La expresión facial de Yoongi cambió exageradamente. Incluso daba miedo. Tardó unos segundos en responder.

—Hoseok, vete a darte un baño.

Obviamente, esta respuesta no me la esperaba. Y Hoseok tampoco. Este frunció su ceño.

—¿Po-

—Hoseok, vete a darte un baño. —repitió clavándole la mirada a J-hope—. Luego iré yo, por favor.

Este asintió y se abstuvo de hacer más preguntas.