11.

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11. Mates.

Todo en mi se volvió borroso de repente y la habitación a dar vueltas. Cerré los ojos y caí inconsciente bajo el cuerpo desnudo de Chazz. En mi sueño sentía el dolor de mi marca cicatrizando, sintiendo como se forman dos pequeñas marcas ahí, las iniciales de Chazz están en mi cuello y las mías pronto van a estar marcadas en su hombro, lugar cual mordí antes de caer inconsciente. Unos leves movimientos en mis brazos hicieron que perezosamente abriera los ojos y me estirara. Chase estaba a mi lado con una pequeña sonrisa. Dejó un beso en mi mandíbula y después en mi frente.

—Tenemos que despertarnos, mis primos están a punto de llegar. —murmura. Asiento. Me levanté con la sábana pegada a mi cuerpo y volteé a ver a Chazz que tenia sus manos tras su cabeza. Sus firmes pectorales y abdominales se marcaban en él, quien tenía su mirada fija en mi espalda.

—¿Qué primos? —pregunté.

—No sé si recuerdes quienes son, vinieron aquí cuando teníamos unos ocho años. Son los mellizos Alpha de la manada del norte, Jeden y Jade. —asiento.

—Tienes razón, no recuerdo quienes son.

Caminé hasta la ducha desnuda y cuando abrí la llave dejé que recorriera mi cuerpo. Sentí las manos de Chazz pasar por mi vientre y cerrarse ahí mientras ponía sus labios en mi hombro derecho. Por alguna razón desde que lo veo después de lo de ayer, unas raras y agradables punzadas se sienten en mi vientre cuando lo toco. ¿Será que me está empezando a gustar esto? No estoy muy segura, pero me está empezando a agradar estar mucho tiempo con él, sin tener que hablar ni hacer nada, aunque tampoco me molestaría hacer diferentes actividades de vez en cuando. Él es de esas personas con las que es agradable pasar el tiempo, te hace reír e incluso sabe dar Buenos consejos, aunque como Alpha de la manada es uno de sus deberes el dar consejo a todos.

Nos duchamos en medio de caricias, besos y risotadas tontas. Es bueno que las paredes de la mansión tengan un material para que nadie escuche nuestras privacidades, sólo lo escucharán si estuvieran parados detrás de la puerta. Creo que por ese motivo cuando venía aquí y simplemente era otra loba más no escuchaba lo que los demás hablaban fuera de la habitación en la estaba. Me puse histérica cuando llegue a casa, creí que había perdido uno de mis cinco sentidos en esta casa.

Siempre he sido un poco histérica. Cuando algo importante se pierde de mí soy desesperada tratando de encontrarlo. La última vez volví la fraternidad un desastre cuando perdí mi móvil, tiré todo al suelo y lo peor fue que ese aparato del demonio estaba en mi bolsillo trasero. Las chicas me hicieron recoger todo de nuevo y termine rendida en la noche.

Que buenos son los viejos tiempos.

Me vestí, por primera vez con voluntad propia, con un vestido veraniego. Aunque estamos en Dakota del Norte, estamos en verano por lo que está haciendo más calor del normal. El vestido es un tanto normal. Es verde azuloso con flores de diferentes colores, lo acompañe con unos tenis Vans blancos y mi cabello suelto. Chase se puso una ramera sin mangas blanca junto a unos jeans negros un tanto ajustados. Mi cabello logró tapar mi marca y la ramera de él la suya. 

Salimos tomados de las manos con nuestros dedos entrelazados y bajamos al comedor, en donde todos ya estaban desayunando. Dormí demasiado, pensé que solo habían sido unas cuantas horas y aún seguía de día. El cabello de mi hermana ya no estaba rojo, sino rubio y mojado. Levante ambas cejas. Ahora luce un poco más hueca. Iba a sentarme cuando la voz de Channel me interrumpió.

—¿Podemos hablar un momento? —asiento. Caminamos fuera de la casa justo después de la puerta.

—¿Necesitas algo? —niega.

Mi mate el alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora