Capítulo 41

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Estuvimos recorriendo mil negocios buscando un vestido para Florencia, unos zapatos que combinaran y alguna cosita para el pelo. Terminamos eligiendo un vestido violeta con volados y estrellitas, unos zapatos grises de taco chino y una corona rosa de Frozen. Íbamos a comprar una varita de Harry Potter pero al final decidimos que no porque todos los que estuvieran ahí la iban a envidiar, y la envidia es mala, entonces me llevó a casa en su FERRARI.

-Por qué tardaste tanto? -me preguntó Ashton apenas abrió la puerta.

-Y porque no va a elegir el vestido de su casamiento en dos horas, no te parece?

-Viniste caminando?

-No, Flor me trajo en su FERRARI.

-Todavía no entiendo cómo hace para tener una FERRARI en Argentina.

-Yo tampoco -le respondí y empecé a subir la escalera.

-Calum ya está bien.

-Que bueno. Ya está en su casa?

-No, está en tu pieza -dijo, y salió corriendo.

Me quedé parada en el último escalón por cinco minutos más, pensando qué era lo que tenía que hacer. Capaz fue a tirarse a mi casa a descansar, o capaz me estaba esperando para hablar. Capaz abro la puerta y me sonríe, o capaz me ve y me tira unas crocs en la cara. Llegué a la conclusión de que era mi pieza y tenía que entrar en algún momento porque necesitaba agarrar desodorante, así que respiré profundo y cerré los ojos esperando sus gritos, pero no hubo nada.

-Calum... -lo miré como Mar cuando se peleaba con Thiago.

-Te gusta el atún.

-Eh?

-Te gusta el atún, la cebolla y las aceitunas, te gusta la fruta pero no la comes porque no te gusta comer sano, nunca haces gimnasia, siempre tratabas mal a todos los del colegio pero igual terminabas como mejor compañera todos los años, tardas una hora y seis minutos en bañarte, te gusta la ropa azul pero nunca la usas porque no combina con tus ojos, lloraste cuando se murió tu pajarito Gabriel pero no cuando se murió tu gato Fluflu, sos alérgica a el merengue pero lo comes igual porque sos pelotuda. Sé todo eso y mucho más, y por eso puedo entender, nada más mirándote a la cara, que te arrepentís de lo que hiciste y me querés.

-Se te subió un poco el ego al final.

-Callate.

Me reí y me senté al costado de la cama, abrazándolo pero no muy fuerte porque gritaba como un hijo de puta cuando me acercaba a la pierna.

-Perdón por pegarte un tiro -le dije.

-Te perdono.

-Perdón por cocinarte galletitas y comérmelas.

-Te perdono.

-Perdón por haberte metido los cuernos.

-Te perdono.

-Te quiero.

-Yo también.

Nos miramos y nos quedamos en silencio por un rato, hasta que habló otra vez.

-Pero no te garches a nadie más.

-CalUm.

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