Capítulo 40

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Narra Cáncer

Lloré como nunca lo había hecho. ¿por qué tuvo que pasar? ¿Por qué a nosotros, unos adolescentes normales? Todo pasó muy rápido, cuando Piscis cayó al pozo, cuando corrí como si no hubiera un mañana, cuando su familia me miraba con horror, cuando la ambulancia y bomberos llegaron... Cuando llegué a mi casa y lo único que se me ocurría era morirme.

Ya ha pasado más de un mes desde que Piscis murió. Todo se ha vuelto terrible, frío y triste. Libra y Sagitario se han dado un tiempo. Leo está embarazada de Aries. Tauro rompió con Virgo y no se sabe el por qué. Escorpio está en la cárcel por drogas. Capricornio se mudará lejos al terminar el curso. Géminis intenta animar a Acuario, que está muy decaída. Y después estoy yo, que he perdido al amor de mi vida.

Miro las heridas que hay en mis antebrazos. Mi madre me cura con suavidad las heridas. De vez en cuando hago alguna mueca de dolor.

-Tranquila... Ya termino -dice con su suave y dulce voz.

Me venda con cuidado y pasa la mano con cuidado sobre el vendaje para comprobar si está bien sujeto.

-Ya está -sonríe leve. Noto su mirada posada en mi, pero yo no puedo apartar la vista de mis antebrazos-. Hija... -susurra. Sigo igual. Ella se levanta y suspira-. Ve a dormir, es tarde -asiento y me levanto.

Subo las escaleras como si mi cuerpo pesara más. Tengo los ojos apagados y unas pequeñas ojeras debajo de ellos. Entro a la habitación y cierro la puerta. Me tumbo en la cama y miro el techo. Las lágrimas amenazan con salir, pero debo ser fuerte.

Unos toques se escuchan y miro la puerta.

-¿Puedo pasar...? -se escucha la ronca voz de mi padre. Digo un leve Sí. La puerta se abre y él la cierra de nuevo cuando entra. Se sienta a mi lado y me mira-. ¿Cómo te encuentras? -acaricia mi frente.

No doy respuesta, él ya la sabe. Suspira y mira la habitación.

-¿Has comido? -asiento-. ¿Has hecho la tarea? -asiento-. ¿Has llorado? -niego. Mi padre me mira y suspira cansado-. ¿Por qué? -le miro.

-Tengo que ser fuerte -mi voz se quiebra cada vez que intento pronunciar. Trago saliva y noto la mirada triste de mi padre.

-No tienes por qué serlo. Somos humanos y por algo tenemos la capacidad de llorar. No solo de alegría, sino también de tristeza y desahogo —miro a mi padre atenta—. Si sigues escondiendo todo lo que sientes, algún día explotarás —susurra y una lágrima rebelde sale de mi ojo derecho.

—Yo... —poco a poco el llanto se va apoderando de mi.

Mi padre me abraza y yo a él. Lloro en su pecho durante horas, quejándome y maldiciéndome de todo lo que me ocurre.

—¿Por qué me tiene que pasar esto a mi? —sollozo—. ¿Qué he hecho? —sollozo.

Finalmente, me quedo dormida.

Narra Virgo

Como sin ganas la cena. Mastico como si estuviera comiendo papel.

—Hija, aún no te has comido ni medio plato —dice mi madre y yo la miro.

—No tengo hambre —susurro.

—Llevas días sin comer. ¿Ocurre algo? —me mira con preocupación y niego.

—Todo está bien, muy bien.

Minutos después subo a mi habitación. Me encierro allí como cada noche y lloro. Pero hoy las lágrimas no salen. Ya se han acabado.

Miro el techo de mi habitación. Después miro lo demás. Todo está desordenado. Fotos rotas por el suelo, papeles arrugados, ropa y sobre todo, hay un ambiente de tristeza.

Mi teléfono suena y suspiro. Debe ser alguna notificación de Instagram o algo. Miro el techo en completo silencio. ¿Y si es Tauro? Las ganas de coger el móvil aumentan y niego. Él no es, hemos roto. A la mierda. Cojo el móvil y ño desbloqueo.

—¿Qué? —susurro y miro la pantalla.

Tauro: Hola.

¿Qué hago? Muerdo mi labio inferior y niego. No le voy a contestar, que se joda. Bloqueo el teléfono y lo dejo a un lado. Suspiro y no de pensar en lo anterior. Lo cojo de nuevo y abro el mensaje.

Tú: Hola.

Virgo, eres una idiota. Ahora pensará que quieres volver con él. Espera, no.

Tauro: ¿Cómo estás?..

¿Cómo crees que estoy? Como una mierda, coño. Ruedo los ojos y resoplo negando.

Tú : Bien. ¿Y tú?

Tauro: Bien.

A partir de ahora la conversación se vuelve incómoda. Suspiro después de unas cuantas palabras y breves frases.

Tú : ¿Qué quieres?

Tauro: Te amo.

Me quedo mirando la pantalla incrédula y río amargamente.

Tú : Sabes que no lo haces. ¿A qué viene eso ahora?

Tauro : A que te amo.

Tú : Que no.

Tauro: Que si.

Frunzo el ceño furiosa. ¿A caso cree que puede decirme eso después de lo que me hizo? Pues no.

Tú : No digas más tonterías y deja de hablarme. Ya no somos nada.

Tauro: Que no seamos nada no implica que no te ame.

Tú : Que me da igual. Tú no me amas. Yo no te amo. Así se queda.

Tauro: Sí me sigues amando. Y yo te sigo amando a ti.

Una lágrima sale de mi ojo y la limpio rápidamente, como si no quisiera que nadie me vea llorar.

Tú : Déjame. Por favor.

Tauro: Sal al balcón.

Tú : No sé por qué empecé a salir contigo.

Tauro: Sal y mira.

Tú : Me tienes muerta.

Escribo sin parar hasta que leo sus mensajes. Frunzo el ceño y limpio mis lágrimas. ¿Qué mierda le pasa ahora? Me levanto y abro la ventana. Salgo al pequeño balcón y miro hacia bajo.

Tauro : Tengo frío.

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