Capítulo 33

1.7K 108 67
                                    

Narra Virgo

Camino de la mano de Tauro hacia el centro comercial.

—No puedo creer que tenga que comprar yo los regalos de mis hermanos— dice Tauro. Yo río levemente.

—En vez de quejarte, deberías ir pensando en qué comprarles— digo.

Al fin llegamos al centro comercial. Cuando entramos, me froto las manos, hace un frío que pela.

—Vamos a la sección de juguetes. ¿Qué crees que les puede gustar?

—Mmm... No sé. ¿La comida? —dice con una mano en la barbilla.

—A todo el mundo le gusta la comida, Tauro.

—Lo sé— dice y nos reímos.

Tauro me pasa un brazo por los hombros y yo me acerco a su pecho.

—¿Qué tal eso?— digo señalando un juguete de acción.

—Vale, ese. Cógelo y vámonos ya— se separa de mi y va directo a una caja. Yo le agarro del brazo y hago fuerza para atraerlo. Frunzo el ceño.

—No puedes elegir un regalo así porque así. Son tus hermanos, algo de amor les tienes que tener...— Tauro me mira con el ceño fruncido.

—¿Amor? ¿A esos renacuajos?

—Sí— me cruzo de brazos. Mi novio pone una cara pensativa.

—No sé... ¿Sus irritantes chillidos? ¿Lo molestos que son? — va contando cada cosa con los dedos.

—Vale, vale... Pero son niños.

—Yo odio a los niños.

—Tú fuiste uno de ellos— empezamos otra vez a andar entre los pasillos de los juguetes.

—Yo me daba asquito, repito: odio a los niños.

—Pues no sé qué harás cuando tengamos uno...— digo cogiendo y observando un juguete que hay en un estante.

Me giro hacia Tauro, él está pálido. Hago una mueca y dejo el juguete donde estaba.

—¿Qué pasa, estás bien?— Tauro vuelve a su color y se sonroja un poco.

—¿Has dicho que estaremos juntos y que tendremos hijos en un futuro? — yo empiezo a reírme a carcajadas.

Me acerco a él y paso mis brazos por su cuello.

—Eso te lo diré cuando compres los regalos de tus hermanos— le susurro al oído—. Va,  démonos prisa. Que yo también le tengo que comprar algo a mi hermano...

Suelto a Tauro y él se queda quiero durante un instante.

—C-claro— dice confuso.

🎁🎁🎁

—No sabía que se te diera tan mal elegir regalos— digo a Tauro mientras cargo con dos bolsas.

—Se me olvidó contarte que no se me da bien saber los gustos de mis enemigos— dice.

Entramos en una de las tantas cafeterías que hay en el centro. Nos sentamos en una mesa y ojeamos la carta.

—Yo creo que pediré un capuchino y una magdalena, tú... —no le hago caso a Tauro—. ¿Virgo estás mirando a otro?

—¡No! Solo estaba pensando. Yo pediré un café con leche— dejo de mirar a un punto fijo.

—Ya claro... —dice molesto.

—No estés enfadado. Tú eres el único que me gusta— le acerco una mano y le toco la mejilla—. Te quiero.

Tauro aparta la vista sonrojado mientras me toma de la mano y la quita de su cara.

—Mejor iré a pedir las bebidas, aquí no viene nadie— se va con cara de enfado.

¿Pero qué mosca le habrá picado? Últimamente Tauro está de un humor un tanto extraño. Se suele enfadar por casi todo lo que hago.

—Perdón, ¿sabes dónde está el baño? —me pregunta un chico.

—Creo que está por allí —señalo hacia una dirección.

—Vale, muchas gracias— sonríe y se va. Yo le sonrío de vuelta.

—¿Qué hacías hablando con ese?

Me giro y veo a Tauro plantado con las bebidas en las manos. Su expresión es seria y tiene un aura peligrosa.

—Me ha pedido que le diga dónde está el baño— me levanto y cojo las bebidas—. Tauro,  ¿te pasa algo?

—Que no te vea con ningún chico,  ¿entiendes? —me sorprendo por su orden.

Tauro nunca ha sido así, él sabe que yo siempre le seré fiel. Además, yo lo amo mucho.

—V-vale, ¿pero qué te pasa?

—Que miras a todos los chicos que hay a tu alrededor como si quisieras atraerlos. Eso es lo que pasa— empieza a levantar la voz.

—¿Pero qué dices? Tauro sabes que yo te quiero mucho— dejo el capuchino, la magdalena y el café en la mesa.

—Eso se lo tendrás que decir al rubiales ese— coge las bolsas con los regalos y sale de la cafetería.

Salgo casi corriendo. Miro de izquierda a derecha para saber por dónde se ha ido. Cuando lo veo corro hacia él.

—¡Tauro! —le toco el hombro,  él se gira de un movimiento brusco.

—¿Qué quieres?

—No te enfades— pongo mis manos en sus mejillas y junto nuestras frentes—. Yo te quiero muchísimo, Tauro.

Nos quedamos en silencio.  Él evita juntar nuestras miradas.

—Vamos, que llegaremos tarde para ir a cenar. Recuerda que hoy es noche buena y tus hermanos estarán ansiosos por saber qué regalos les va a traer Santa Claus —digo con una voz tranquila.

—Apártate —me empuja y siento un golpe en las costillas. He caído al suelo—. No me toques, sucia.

Sale corriendo,  dejándome ahí tirada. Miro a mi alrededor, todo el mundo ha visto la escena. Me levanto lo más rápido que puedo y voy corriendo hacia mi casa, intentando que no salgan las lágrimas.

¿Qué mierda le pasa a Tauro? Yo no he hecho nada. Él nunca ha sido así de agresivo conmigo, de hecho, siempre me ha tratado como a una princesa, su princesa.  ¿Qué le habré hecho para que esté así?

Después de unos minutos corriendo, llego a mi casa exhausta. Tengo lágrimas secas en mis mejillas. Abro la puerta y entro corriendo. No puedo evitar empezar otra vez a llorar.

Paso por el salón, donde están mis padres.

—¿Virgo? ¿Te pasa algo? —escucho decir a mi madre.

Sorbo mi nariz, intentando que no se note que estoy llorando.

—N-no, no es nada— subo las escaleras rápido, hasta llegar a mi habitación.

Entro, y lo primero que hago es pillar mi móvil. Tauro debe de explicarme lo que me ha hecho.

Abro el Whatsapp y tengo un mensaje de Tauro.

Tauro: Esto se ha acabado, Virgo.

🎁🎁🎁

Creo que ya era el turno de esta pareja.

Aún no es el momento de Escornio 🌞

¿Siguiente pareja? (Que no sea Escornio, aún no ha llegado la hora 🌞)

Votad 🌠

TwelveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora