Capítulo IX

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Había mucho frío, mis huesos querían quebrarse y decidí sentarme en un banco.

-No tienes fuerza idiota, mira ese carro que viene ahí, es tu oportunidad, lánzate!

Mis pies iban a obedecer y pensé en el.

Todo lo que ha hecho llegó a mi mente y supe que había cometido otro error. El no me quería hacer daño, por qué tuve que hacerle caso a ese hombre?

-Siempre piensas como una loca! Crees que regresarás viva a ese hospital? Y si lo haces, el mismo té sacará por los cabellos. Crees que un hombre millonario y casado no tiene límites?

Apreté mis oídos y corrí cuanto pude de regreso al hospital y me di cuenta que estaba perdida y que mi cuerpo no resistiría un segundo más.

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Tuve que regresar esa misma tarde a Los Ángeles, uno de mis socios había tenido un accidente y gracias a Dios había sobrevivido, sin embargo , regresé por dos razones. La primera es hallar al culpable, mi socio asume que fue un atentado y todo demuestra que no se equivoca. Lo segundo... sonreí para mi como un idiota, no aguanté ni un día sin ver a mis humanas favoritas.

Me marché a la casa y la tensión que sentía me tenía aturdido. Necesitaba descansar por un largo tiempo.

Entré a su habitación y jugué con mi cachorra por unas dos horas hasta que sentí mi celular vibrando.

No podía ser cierto. Dorian?

La respiración me falló y salí de inmediato. Había enviado una nota de voz hablando con Virginia. Maldita sea! Le había dicho tantas mentiras y yo podía escucharla llorando.

Tienes que irte o será demasiado tarde.

Llamé a Claudia y la mujer contestó. -Señor López.

-Claudia dónde está Virginia?

La mujer se quedó muda y temí lo peor. -Señor, estoy en el hospital con mi madre, hace unas horas la dejé sola...

Colgué y manejé como un loco. Ella le había creído a el? Qué más tengo que hacer para que esa mujer sienta un poco de confianza en mi?

La preocupación aumentaba cuando ni Jim había dado con ella.

Decidimos dividirnos en la ciudad y recorrer calle por calle.  No podíamos involucrar a la policía, de hacerlo los medios estarían enterados de inmediato y lo último que necesitaba era aquello.

Estaba exhausto. Teníamos 3 horas buscando calle por calle y decidí regresar. No me iba a rendir, no la iba a perder.

Iba peleando con ella en el camino completo, y es que es demasiado desconfiada.

Necesito que estés bien, no te vayas Nina.

Decidí detenerme a comprar un café y allí estaba. Acostada en uno de los bancos del parque como en aquel sueño. Corrí hacia ella y sonreí al verla apretando una manzana.  Me arrodillé ante ella y le coloqué mi abrigo. -Virginia...

Abrió los ojos asustada y espantada me habló. -Se que lo merezco pero por favor no me golpees.

El miedo que reflejaban sus ojos me dejó sin palabras y decidí besar su frente. -No te haré daño.

La tomé en mis brazos y estaba helada. La senté a mi lado y manejé lo más rápido que pude.

Su mano delgada atrapó la mía y me hizo mirarla. -Perdóname otra vez, te juro que cuando me di cuenta de la locura que había cometido intenté regresar pero me perdí.

¿CULPABLE?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora