Capítulo VIII

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Giró hacia mi como si aquella frase tan extraña en estos días no hubiera salido de su boca. -Buenos días!

-Pensabas que ese hombre no estaba casado? Crees que eres tan importante? Él ama a su mujer y tu solo fuiste una noche más-.

Moví mi cabeza con las pocas fuerzas que tenía y logré callar a ese ser que me atormentaba.

El de inmediato se acercó y con su semblante de Yo Soy El Que Mando, se sentó a mi lado. -Le duele algo Virginia?

Claudia apareció con un desayuno y mis ojos se debatieron en si seguir observándolo por lo bajo o caerle atrás al desayuno.

-Uh?

Recordé que el esperaba mi respuesta y con la timidez que mis desastres habían implantado en mi vida, negué.

-Señor López, feliz día!

Aldo asintió aún a mi lado. -Cómo sigue esta mujer?

Claudia sonrió al ver mi sonrojo y el intentó hacerlo pero se detuvo.

-Esta mañana la pesamos y tiene 4 libras más. Debería tener unas 10 libras más pero no podemos quejarnos. Ella se está portando muy bien, mire su cara... tiene color hoy en las mejillas.

No se daban cuenta de que estaban hablando de mi?
Los ojos de el dejaron a Claudia y se situaron en mi rostro. Bajé mi mirada y su respiración me tocaba.

La enfermera le pidió un permiso y cuando iba a darme el desayuno, el intervino. -Crees que pueda alimentarla?

Y su esposa? Si encuentra a su esposo alimentando a una desconocida, qué pasará?

Me ayudó a sentarme y su perfume invadió todo mi sistema respiratorio. Su fragancia es tan parecida a el.

-Ahora Virginia, usted comerá.

-Okey.

Claudia buscó el recipiente por si tenía que vomitar y el me tendió la primera cucharada de puré de papas.

-Respira profundo y todo saldrá bien...

Lo miré sintiendo como si me hubiera tragado una bomba. Soporté hasta la tercera cucharada y me fui en llanto. Cuando me di cuenta, yo lo estaba abrazando como si el fuera mío mientras el gentilmente acariciaba mi cabello.

-Lo hiciste bien.

Lo miré asombrada y Claudia se acercó a nosotros. -Estoy orgullosa de ti. No vomitaste.

Aldo me acomodó en la cama y caminó hacia Claudia. -Nos deja solos un momento?

La mujer salió de inmediato y quién no!

Aldo se mostró serio y no abandonó mis ojos haciéndome perder en un laberinto con tenues luces.  -Llamarás a Camila y a quien quieras, para decirles que estás bien y que estarás en un centro de rehabilitación por tres meses. Dile que no deseas que ella te busque y que le prometes que estarás bien.

-Por qué tengo que hacerlo? Hice todo lo posible porque mi voz saliera más fuerte pero no lo logré.

-Disculpe mi forma de hablar, aquí todo es si usted quiere, pero le pido que lo haga.

¿CULPABLE?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora