Capítulo 35

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Con sus ojos abiertos, mostró dolor y gimió. Apretó mi mano fuerte y sangre empezó a salir de su nariz.

Aquello no podía ser cierto. Los doctores me sacaron otra vez de la habitación y había un alboroto dentro de la habitación.

La presión aumentó en mi pelvis y un dolor fuerte me atacó. Rompí fuente y una enfermera se sorprendió al verme.

-Dios mío, espere aquí. Respire profundo por favor.

Se marchó y con mis manos temblorosas llamé a Camila. -Acabo de romper fuente. Estoy en la clínica.

Grité. Quería ver a mi esposo. El tenía que estar bien.
No estaba a tiempo. Mi bebé podría morir.

Me llevaron de inmediato a la sala de parto y mi doctor apareció minutos después no muy contento. Midió mis centímetros y me observó tranquilo. -Tenemos que hacerte el parto ahora mismo. Necesito que te tranquilices.

Negué temblando. -Quiero a mi esposo! Grité dejándolos sordos.

Camila entró de prisa y tomó mi mano. -Vengo de su habitación, está mejor. Le han quitado los tubos para que respire por cuenta propia.

-Quiero ver una foto. Le rogué. Nadie iba a engañarme.

Ella rodó los ojos y salió de prisa. Los dolores seguían aumentando y mi presión también.

Camila regresó con su celular y me mostró un video. Lloré al darme cuenta que no era un video. Era una videollamada y Aldo tenía los ojos abiertos. Solo tenía oxígeno y Rose estaba a su lado. -Mi amor...

El no habló pero levantó su mano como si pudiera tocarme. Pujé y ese dolor era terrible.

Había pujado por unos 30 minutos y todo me daba vueltas. Camila estaba nerviosa y vi lágrimas en los ojos de mi esposo.

La mano de mi mejor amiga atrapó la mía. -Ya falta poco hermana. Alexander casi está en tus brazos.

Asentí y lloré. -Aldo!

Pujé y sentí que me desmayé.

El llantito dulce de un ángel se dejó escuchar y aquello me hizo reaccionar.

Llevaron a mi pedacito a mis brazos y de inmediato dejó de llorar. Camila me mostró a Aldo y sonreía con lágrimas.

-Nuestro bebé amor. Nuestro hijo.

Asintió e intentó tocarnos.

Desperté y no sabía si había dormido un siglo. Mi papá estaba a mi lado y la mujer que me trajo al mundo estaba en el otro extremo. El tenía la manita de su nieto atrapada y lo miraba como si fuese un tesoro.

Miré el aparato extraño y mi presión estaba bien.

-Hola. Saludé sentándome con esfuerzo.

Mi madre me ayudó de inmediato y le sonreí. -Estás aquí... gracias.

Sonrió con los ojos llorosos. -Es un alivio escuchar eso. Pensé que me sacarías de la habitación.

Negué y le di un abrazo. -Mamá, ya te he perdonado.

Mi padre se acercó con un hermoso traje. -Papito! Eres abuelo por segunda vez!

Asintió orgulloso. -Ya soy un viejo.

Acercó la cunita a mi y me enamoré de mi príncipe. Tomé al pequeño bebé en mis brazos. Había nacido en perfectas condiciones y era todo un sueño.

Tenía los ojos pequeños como mi magnate y un pelo Tan oscuro como el suyo. Besé su frente. -Mi bebé.

Mi padre me acercó el celular y llamé a mi cuñada. Ella respondió con tanto ánimo que me sorprendió. -Nina!!! Cómo están? Había un escándalo a su lado.

¿CULPABLE?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora