Capítulo 27

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Había llegado el gran día. Rose y Camila estaban a mi lado. La nueva integrante de la familia se comía todo su puñito y estábamos enamorados de ella.

Mientras me maquillaban temblaba. Puse una foto de Valery frente a mi y la recordé más que nunca ese día. Camila se había comprometido a llevar su foto hasta el altar. Mi hermana estaría presente el día más importante de mi vida.

Aldo andaba desaparecido desde la noche anterior.

Las tres queríamos matarlos.

Camila cargó a la bebé. -Nosotras no tardamos toda la noche en tu despedida de soltera. Por qué ellos aún no aparecen?

Rose se encogió de hombros. -Cuando lleguemos a la casa esta noche Irrael será historia.

Mi celular sonó y cuidado lo descolgué. -Mi vida...

-Hablando del rey de Roma. -Dónde estás Aldo López?

Lo puse en alta voz para que escucharan la risa de los tres. -Estamos en el bar todavía mi amor.

-Y por qué oigo la música de la iglesia?

Ahora fuimos nosotras la que reímos.

Mi amor respiró profundo y supe que estaba riendo. -Tenemos una hora en la iglesia. Quise llegar más temprano, me voy a quedar sin uñas.

A Rose se le humedecieron los ojos al escucharlo.

-Pronto estaremos ahí mi amor.

Colgué.

La organizadora llegó a buscarnos y mi padre me esperaba en frente del vehículo.

Me abrazó y al verme lloró como un bebé. Le señalé a Camila. -Mi hermanita es una dama de honor.

Asintió y besó mi frente. -Dios te bendiga con felicidad eterna mi reina. Te amo.

Le sonreí y nos montamos en la limusina.

La iglesia estaba como yo lo había soñado. Parecía un cuento de hadas. Camila y Rose aplaudieron orgullosas de su trabajo.

Las campanas empezaron a sonar y el pianista inició con la melodía.

Mi padre me tomó por el brazo y yo apreté el suyo. Con su mano acarició la mía para que me tranquilizara. -Te amo papá.

Todos los invitados se pusieron de pie al escuchar la melodía. Mi hija y mis sobrinos iban tirando pétalos de flores locos por correr por toda la iglesia.

La sonrisa de Ally alegraba mi alma. Todas las miradas estaban puestas en mí pero yo solo quería verlo a él.

Miré hacia el frente y allí estaba. Tenía sus manos atrás como el príncipe que era y se mordió los labios nervioso.

Mark, Irrael y Jim lo acompañan y le sonreí.

Me dejó ver sus dientes y bajó su cabeza.

Cuando la levantó sus ojos estaban rojos.

Bajó un escalón y extendió su mano para tomar la mía y la besó.

Sonrió con lágrimas y y sufrí el mismo efecto. Le limpié esas gotitas y le dije que lo amaba.

Lloramos como niños al momento de los votos matrimoniales que cada uno había escrito.

-Acepto. Respondí de inmediato a la pregunta del sacerdote. Mi sonrisa llegaba hasta mis ojos.

-La acepto mil veces padre. Respondió sin dejar de mirarme.

-Los declaro marido y mujer. Dios los bendiga!
-Puede besar a la novia.

¿CULPABLE?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora