Capítulo XVIII

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Alanna

Cuando iba a abrir la puerta recordé lo que me había pedido casi rogando. No quería decepcionarlo otra vez. Pero y quién se preocupaba por mí? Alguien acaso no quería decepcionarme? Alguien aguantaría estar encerrado en una habitación sin poder salir ni saber qué pasa en esa misma casa?

Vi el reloj y eran las 10:00 pm. Aldo me dijo que venía esta noche pero al parecer no será así. Los ruidos no paraban en la casa y dibujando me dormí.

Besos por mi cuello, por mi cara, en mi boca me hicieron despertar. Esa fragancia era única. El estaba sentado a mi lado. -Hola pequeña...

Lo abracé y encendió la luz. Notó mis ojeras y yo también las suyas. -Lo siento mucho Virginia.

El cansancio era notable por encima de su ropa y lo ayudé a desvestirse sin decirle una sola palabra. Lo guié hasta el baño y lo esperé en la puerta. -Cómo te fue?

-Te puedo resumir que trabajé 22 horas por día para poder estar aquí con ustedes.

-Ustedes?

Me mostró su cuerpo y se apretó los hombros. -El estrés me está matando.

No contestaría la pregunta y continué con otro tema. -Cenaste Aldo?

Lo vi cambiarse y asentir.

Me tomó por la cintura y besó mi frente. -Te extrañé tanto pequeña.

Lo miré y respiré profundo. -Yo lo he pasado genial aquí.

Me sentó en sus piernas y miró al techo. -Gracias por Confiar en mi.

No le contesté y se fue hacia la ventana. La luz de la luna lo hacía ver espectacular y buscó una copa de vino para regresar al mismo lugar.

Me seguía dando la espalda y me senté en el sofá. -Aldo, no me lleves a la oscuridad otra vez, no estoy poniendo barreras, no estoy exigiendo nada, sólo tú amor, tu sinceridad. Pero ocultarme del mundo? Qué crees que eso me ha hecho pensar? Ella es tan poca cosa que no le importará estar encerrada día y noche allí, no quiero que se mezcle en mi círculo pues me podría avergonzar. Qué otra cosa puedo pensar? Te prometí que no saldría de aquí y lo hice... pero esto me ha dolido tanto como una de las bofetadas que recibía en el pasado... Me duele tanto. He pensado que nos apresuramos mucho para tomar esta decisión y que todavía no sabes lo que quieres.
Limpié mis lágrimas. -No creo estar lista todavía para seguir soportando esto.

-Basta Virginia... te pedí unos días y te dije que te daría la razón. Se giró para verme y habían lágrimas en sus ojos. -Estoy enamorado como un perro de ti. No me importan los círculos sociales, no me importa ser el dueño de un imperio, lo que de verdad me importa ahora mismo eres tú. Reconozco que no seré el hombre más amoroso ni el más perfecto pero aún así te he demostrado o he querido demostrarte que quiero que estemos juntos. Pensé mucho en pedirte que fueras mi mujer desde aquel día en la clínica, sin embargo mis compromisos me hacían pensarlo dos veces, justo por esto, no quiero que sufras. Si te he traído a mi casa, a mi sagrada casa es porque no quiero juegos contigo.

-Entonces? Le grité. -Por qué ocultarme? Escucho ruidos en el primer piso, música, personas hablando. Ponte en mi lugar...

-Te entiendo mi amor. Me dio la espalda otra vez. -Pensé en destruirte de tantas formas Nina. Me enamoré como un idiota de ti desde aquel día y me enviaste a la càrcel.

¿CULPABLE?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora