Capítulo XII

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Decisiones

Camila se había marchado y me había dejado con dudas.

Increíblemente estaba pensando en mi y eso era una sorpresa. Nina nunca se detenía a pensar en ella. Es algo más de lo que debo agradecer a ese ángel.

Recordé mi conversación a solas con Camila:

-Piensas irte con Aldo? Veo en tus ojos que amas a ese hombre, pero el sentirá lo mismo? Las puertas de mi apartamento están abiertas para ti y allí tienes una habitación. Creo que debes conocerlo mejor Nina.

Al final agregó con lágrimas. -No quiero que sufras más, no lo mereces.

Organicé el baño y como una maniática tomé un boxer que el había dejado. Miré la marca y suspiré. Somos dos mundos diferentes. Nunca podría llegar a su nivel. Millonario y yo tan pobre.

Fea, desaliñada y con una mente tan débil.

La imagen de Valery apareció en frente de mi. Me sonrió pícara. -Pensando en el hombre...?

La miré furiosa. -Deja de molestarme con el tema.

-Vendrá esta noche. Qué le dirás? Aceptarás irte con Cami?

Me encogí de hombros. -El no me ha pedido que me mude con el.

Batió sus pestañas. -Cierto. Y si lo hace?

-Si lo hace, quedaré como mantequilla expuesta al fuego.

Dio saltitos. -Mi hermana está sonrojada.

La voz de mi madre me atacó. -Crees que te pedirá semejante cosa? A una loca desquiciada como tú? Tuvo varias oportunidades hace dos días y al final, hizo lo de siempre, irse.

Por primera vez la voz de mi madre me causaba risa. -Hoy es la última vez que te permito dominar mi mente. No te tengo miedo.

Como por arte de magia dejé de oírla y mi hermana aplaudió.

Hizo el gesto de limpiarse una lágrima. -Espero a que me eches o me echo yo misma?

Las lágrimas habían adornado mis ojos. -Val, se libre. Gracias por ser un ángel en este oscuro caminar. Te amo.

-Yo,

-Puedo,

-Sola.

Asintió mostrando su hermosa sonrisa. -No dejes perder a ese hombre. Es tuyo.  Te amo más Virginia.

Desapareció de mis ojos y una rica brisa se paseó en todo la habitación.

Era hora de luchar por mi, con mis propias fuerzas.

Pedí una libreta y pasé toda una semana trabajando en lo que amaba desde niña. Las charlas y vivencias cada vez eran más y más profundas.  Lo extrañaba tanto. Las flores habían cesado y mis ansias por el todo lo contrario.

Llegó el domingo y me sentía nerviosa. No entendía el porqué pero en el fondo sabía que era porque quizás lo vería.

Busqué el pijamas más presentable y esperé al altavoz.

Se activó pero en esta ocasión no era la enfermera, era él.

¿CULPABLE?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora