Capítulo XIX

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-Eres hermosa Alanna! Anda abre los ojitos, solo quiero que seamos amigas.

Aldo le acarició la espalda y ella los abrió. Le sonreí y tímida intentó hacer lo mismo.

Acaricié los rosados cachetes. -Soy Nina.

-Nina no es un nombre de nena.

Aldo y yo reímos. Lo que me sorprendía era que para su edad tenía un léxico perfecto y claro.

Aldo me tendió su mano para que me sentara. -En realidad es Virginia, pero todos me llaman Nina, menos tu padre.

Se dispuso a sentarse de frente a mi sin soltar las dos manos de su padre. -Vivirás en nuestra nueva casa?

Aldo me ayudó a salir de esa pregunta. -Así es, pronto tendrás a una Mamá para siempre. Te gusta la idea?

Aquello que vi en los ojos de ambos me hizo sollozar.

Ella de inmediato dijo que le encantaba la idea y no supe que hacer. Sería madre de un día para otro y no sabía cómo!

Limpié mis lágrimas y la llamé a mis piernas. Miró a su padre y con la mirada le preguntó que si estaba bien y él le sonrió.

La pequeña tímida lo hizo y la abracé. Tan pequeña y frágil. Besé su cabeza y escuché su risita.

Aldo tomó su celular y aproveché la llamada para hablar un poco con ella.

-Qué te gusta hacer?

Pensó. -Jugar al té con Papà.

Algo me hizo mirar a los alrededores. Escuché lo mismo que en el Centro de rehabilitación o no sé si fue mi sexto sentido pero el click de una cámara o un flash otra vez me sorprendió.

-Te gusta jugar al Té? Tengo muchos juguetes!

Le sonreí olvidando el tema. -Cuando esté en la casa jugaremos juntas!

-Yupi! Me abrazó.

Aldo me tomó de la mano y la besó. La comida había llegado y aquella tarde fue mágica. Tantas risas, tantas miradas cargadas de emociones que no cabían en mi corazón. Tengo una familia y la protegeré.

Puedo hacerlo.

Al día siguiente me presentó a su hija como su futura esposa y que a partir de ese día estaría viviendo con ellos.

La Niña me tomó por las manos y me arrastró hasta su habitación de juegos. Tenía un tren rosado, cientos de juguetes, sala de videos, juegos mecánicos y hasta un pequeño cine familiar.

-Te gusta?

Solo pude decir Wow.

Aldo me sonrió. -Bebé, creo que Nina pasará el día completo jugando contigo.

Lo miré emocionada. -Tienes toda la razón.

Pasamos toda una semana viviendo como en un cuento. Aldo estaba trabajando en la ciudad y yo cuidaba a su pequeña. Cuando regresaba en las noches, leíamos novelas, veíamos televisión y reíamos hasta tener que besarnos para poder detener el escándalo.

Cada noche me hacía suya, en las mañanas me despertaba lamiendo aquel brotecito.

Rose pasó por mi y aprovechamos que los niños andaban para un campamento de fin de semana para  ir al salón y consentirnos.

Empecé a reír al notar a la estilista casi al explotar con todas las quejas de Rose, solo le faltó tomar el blower y secarse ella.

Mientras nos arreglaban los pies con su margarita en mano atrapó mi mano libre. -Hablo mucho?

¿CULPABLE?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora