Capítulo 33

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Aldo apretó mi mano más fuerte y luego la llevó otra vez al volante.

Tenía un punto rojo en su frente. -¿Qué es eso mi amor? Los temblores habían empezado a dominarme.

-Aldo te están apuntado...

El asintió y continuó hablando en monosílabos con Jim.

Me miró perdido. -Nina, necesito que eches el sillón hacia atrás. Es posible que choquemos.

El punto rojo no se movía de su frente y negué. -Aldo... no me puedo mover.  Le susurré.

-Tú puedes mi amor. Si no lo haces ahora, la bolsa de aire puede golpear al bebé.  Me rogó.

Miró hacia atrás por el retrovisor y golpeó el volante. -Jim! No hay hombres nuestros. Nos han traicionado. 

Las lágrimas no dejaron mi rostro pero le hice caso. -Dime que esto es una pesadilla. Aldo no quiero que me dejes. Mi llanto era incontrolable.

Llevó su mano a mi vientre y habló sin dejar de mirar la calle. -Se que este es un momento difícil para ti, pero hazlo por el bebé. Mi amor, tranquilízate. Estaremos bien. Irrael viene con sus tropas...

-¿Dónde está Jim? Cada vez nos entrábamos más al bosque.

-Está vivo que es lo importante mi amor.

Le quité el hands free y puse el altavoz. -Jim... están apuntando a mi esposo. Aquello salió como una súplica.

El hombre respiró profundo. -Señora, debe estar tranquila.

Vi a mi Aldo y le pedí a Dios que nos ayudara. -Dios no nos dejes por favor. Ya basta de tantas cosas... ayúdanos!

Los balazos empezaron a sonar por el teléfono y Jim tardó varios segundos en hablar.

Aldo buscó en el vehículo y sacó un revólver. -Jim...

No hubo respuesta.

El golpeó el volante.

El desespero llegó a su rostro y apretó los dientes.

-Jim... le llamé. -Dinos qué estás bien! Por favor. No podía detener el llanto.

Escuchamos sus gemidos. -Jefe. Respondió de inmediato. -Van por ustedes. Han desbaratado el anillo de seguridad. Le voy a pedir que acelere.

-¿Qué te hicieron? Le preguntó Aldo mientras aceleraba.

-Me han dejado por muerto. Me han empujado al Barranco de la Seven. Ya estoy llegando a la calle.

Gemí.

Dos carros venían detrás de nosotros y el punto rojo había desaparecido de la frente de mi esposo.

-Amor, sostente bien. Voy a aumentar la velocidad.

Asentí sosteniéndome al vehículo. Alexander estaba desesperado también. Podía sentir la preocupación de sus padres. Ten paciencia mi bebé. Estamos soñando. Estaremos bien.

Uno de los vehículos se acercó y nos disparó. Aldo tomó su arma y en un tiro rápido los sacó del camino.

-Malditos!

Aceleró y se dio cuenta de que dos carros nos estaban bloqueando  el camino cuando yo grité. El punto rojo estaba de nuevo en su frente.

-Aldo... Aldo! Mi amor...

La presión me estaba aumentando y me sentía mareada. Pero yo era más fuerte.

-Te amo Nina. Te amo bebé. Te amo Ally. Siempre estaremos juntos.

¿CULPABLE?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora