Capítulo X

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La oscuridad me había invadido por los dos siguientes días. Aldo no había aparecido ni nada que me acordara a el. No habían flores ni aquella mirada silenciosa que había empezado a amar.

Y aquello que había hecho que mi recuperación fuera más lenta, la presencia de mi madre en mi cabeza y la enfermedad de mi padre, habían estado más presentes que nunca.

Mi viejito estaría vivo? Ella seguiría abusando de el? Me retorcía del llanto y de aquel dolor por no saber nada acerca de ellos, por la pérdida de mi hermana y esa angustiada mirada de mi viejito.

Claudia entró y de inmediato intenté recomponerme.

-No te hagas la dormida, te vi llorando desde el cristal. Me abrazó con cuidado y me dio palabras de aliento.

-Y si Aldo ya se cansó de tratar a una loca?

Achicó sus ojos y me dio un pellizco. -No estás loca, es cuestión de superar lo que ha pasado en el pasado. Si se hubiera cansado, Jim no estaría pagando todo a la clínica para llevarte a rehabilitación, que lógicamente si te van a trasladar ya debieron de también haber pagado el otro centro.

-Por qué se empeña en salvarme si no me quiere y mucho menos merezco aquel sentimiento Claudia?

Jim tocó la puerta y con sus rastros duros intentó saludar. -Cómo se siente Miss?

-Estoy bien Jim.

-El señor López me ha pedido que ejecute hoy el traslado. Está todo listo?

Claudia asintió y como si me sacaran el alma del cuerpo abandonamos la clínica.

Miré a mi graciosa enfermera que había empezado a hablar con Jim. -Entonces, desde que la acomode en el centro debo regresar a la clínica?

Jim asintió y limpié mis lágrimas.

El centro era como un internado. Habían viejitos pero no tantos como jóvenes. Un doctor nos recibió acompañado de otra doctora muy hermosa. -Bienvenida Virginia.

No pude ni mostrar los dientes. -Soy Alexa, tu nutricionista.

El también se presentó. -Braul Cand, psicológico y presidente del centro.

Se dirigió a Jim. -Pensamos que el señor López estaría presente.

-No pudo. Emitió el hombre. -Está en otro continente resolviendo cosas de trabajo.

-Bien.

Fui trasladada hasta la habitación. Tenía una cocina pequeña, un baño, acceso al jardín y una cama con sábanas hermosas.

No era lo que me esperaba. El doctor adivinando mis pensamientos se dejó oir.

-Mas que un centro para enfrentar tus temores, somos un complejo con afinidades y nos tratamos como familia. Por eso te damos la bienvenida y esperamos que te sientas cómoda.

La mujer continuó. -Verás que tu estadía aquí será más rápida de lo que piensas, solo tienes que poner de tu parte. De acuerdo?

Asentí y con un abrazo interminable me despedí de Claudia. -Espero que no me olvides, desde que salga de aquí iré por ti.

Ella sonrió y llorosa dejó la habitación.

Así pasaron dos días más. Las visitas eran muy pocas y prefería pasar el día completo sentada en el jardín. Me sentía tan sola que ya no podía ni explicarlo. Las pesadillas no me dejaban y solo deseaba por lo menos oler su aroma varonil.

Apreté mi cabello, el poco que quedaba e intenté arrancarlos. Esto era una crisis?

-Vete con Valery! Golpéate con la pared! Muere! Acaso no terminas de entender que todo lo que provocas es dolor y tragedias? Aldo te dejará aquí para el resto de tu vida. Entonces hazte la vida más fácil, o la muerte, y reúnete con tu padre.

¿CULPABLE?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora