Capítulo 1

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"Fue algo así como amor a primera sonrisa."

La primera semana de clases estaba terminando y aún no lograba acostumbrarme a la rutina. No lograba adaptarme al increíble cambio que significaba pasar de estar todo el día sin hacer nada, a tener que cumplir con las obligaciones que representaba volver a la escuela. Me resultaba agobiante pensar que faltaba todo un año para volver a estar de vacaciones… Vacaciones que ya extrañaba y, a la vez, ansiaba repetir.

Ese viernes, como todas las mañanas, mi despertador sonó a las 6:20. El horario para levantarme siempre había sido a las 6:30, pero desde hacía mucho tiempo había tenido la costumbre de programarlo diez minutos antes… como un anticipo antes de despertarme totalmente. Y también para poder dormir diez minutitos más.

Cuando sonó por segunda vez, a las seis y media, me levanté lentamente tomándome el tiempo necesario para desperezarme y despabilarme. Una vez que logré ponerme de pie me dirigí al baño preguntándome por qué había decidido ir a la escuela por la mañana. Tuve la opción de elegir la tarde... pero no, en ese momento la mañana me pareció una idea genial, la cual ahora odiaba.

Al llegar, me cepillé los dientes y abrí la ducha para tomar un baño que logró traerme a la vida nuevamente. Mas despierta, salí de allí y me dispuse a buscar el uniforme que yacía sobre la silla; el cual consistía en una pollera escocesa con diferentes tonos de azules y rayas negras, una camisa blanca que, en los días más fríos, acompañaba con una campera a tono con la falda y unas zapatillas John Foos negras. Una vez que me vestí, agarré mi mochila y bajé a desayunar.

Mis padres se levantaban mucho más temprano para llegar a horario a la empresa de lácteos, Offermann. Ambos trabajaban allí; mi mamá, Johanna, era la encargada de Recursos humanos y mi padre, Roger, era el contador. Ambos ocupaban puestos importantes y era por eso que habíamos logrado tener la casa que teníamos, hacer los viajes que habíamos hecho y los demás lujos que podíamos darnos de vez en cuando. Aunque debía reconocer que últimamente las cosas en la empresa no estaban muy bien. Hacía unos meses que habían comenzado a tener deudas, las cuales preocupaban a la mayoría de los trabajadores.

Yo soy la menor de mi familia; tengo un hermano mayor llamado Bastián «El cual me hace la vida imposible» que tiene 23 años. Está terminando sus estudios en Ingeniería Electromecánica y hacía ya un año que había decidido comenzar a independizarse. Había empezado mudándose «Por fin» a un departamento, el cual quedaba a solo quince minutos de mi casa. Pero aun así ya era suficiente con no tener que verlo todos los días. Aunque lo quería mucho y me llevaba muy bien, había veces que me resultaba insoportable verlo las veinticuatro horas del día. Pero debía aceptar que, desde que se había mudado lo había comenzado a extrañar un poquito… solo un poquito.

La única compañía que tenía durante la mañana y algunas tardes, era la de Rosa. Ella era la que hacía la limpieza y cocinaba, si es que no lo hacía mi madre. Había estado trabajando en mi casa desde hacía doce años, cuando nos habíamos mudado a la capital correntina. Había vivido los primeros cinco años de mi vida en Ituzaingó, un pueblo bastante alejado de la capital de Corrientes. No recuerdo muchas cosas de esos tiempos, pero aun conservábamos la casa de la playa en la cual habitábamos antes. Todos los años vamos de vacaciones allí. Es un lugar muy especial para mí... creo que el más importante que tengo en el mundo. Significa demasiado para mí y no me imagino mi vida sin ir a ese lugar aunque sea unos pocos días.

A las 7, luego de terminar la tercera tostada con dulce de leche y tomar el último sorbo de café, salí caminando para pasar a buscar a Leila Offermann, mi mejor y única amiga. Mi hermana de la vida. Desde que tenía conciencia había sido amiga de ella ya que la empresa en la que trabajaban mis padres pertenecía al tío de su padre. En cada momento de mi vida, en cada recuerdo importante, estaba ella. Compartimos un montón de cosas juntas, pasamos miles de momentos, también hubo peleas como en cualquier amistad... pero a pesar de todo, nuestra relación era muy fuerte.

La distancia no es el fin (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora