Capítulo 14

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Mi último pensamiento es para ti; porque no hay nada mejor antes de dormir que recordar tu sonrisa.

—Si —dijo mi mamá acomodándose su corto cabello castaño claro que le llegaba hasta la barbilla.

—¡Ay! ¿En serio? —exclamé feliz—. Los amos, los amo.

—Pero en las vacaciones de invierno —agregó mi papá algo tarde.

Mi cara pasó de tener una enorme sonrisa, a la desilusión total.

—Pero, ¿por qué? Yo tengo ganas de ir a Córdoba, siempre decidía yo a dónde íbamos —empecé a revolver el puré con el tenedor—. Y para Julio falta muchísimo.

—Porque nos parece mucho mejor ir ahora a Centro América porque tenemos más tiempo —explicó mi mamá—. Además Córdoba no se va a ir a ningún lado, va a seguir ahí para Julio.

Corté un pedazo de milanesa y lo llevé a mi boca. No tenía ganas de seguir hablando del tema. Era la única posibilidad que tenia de poder ir allá porque sola no me iban a dejar y para que ellos puedan ir un fin de semana cualquiera iba a ser demasiado difícil.

—¿Qué hay en Córdoba que quieras ver con tanta urgencia? —preguntó mi papá.

—Nada, no hay nada. —dije sin levantar la mirada sabiendo que en esta ocasión nada significaba todo o más precisamente Jony con un corazón al lado. Una sonrisa se escapó de mis labios y temí que la hayan notado así que cambie rápidamente de tema—. ¿Bastián va con nosotros?

—Me parece que no —respondió mi mamá—. Se va con Marcos y unos amigos pero creo que todavía no decidieron a donde van.

—Genial —murmuré.

Mis padres cambiaron de tema, pero mis pensamientos se desconectaron de la charla y empecé a reflexionar sobre si me convenía seguir ocultándoles a ellos que había conocido a alguien... si me convenía seguir aparentando que en Córdoba no había nada importante más que el simple paisaje. En ese momento me sentí mal al no haberles dicho nada desde antes, no había pasado nada de lo que tendrían que saber si o si, pero al menos podría haberles comentado que estaba hablando con un chico y que a eso se debía mi entusiasmo por ir de vacaciones a Córdoba.

Decidida, cuando terminamos de almorzar, me acerqué a mi mamá que estaba terminando de ordenar unos papeles en el escritorio que había en el living.

—Má... tengo que... —dudé unos segundos en si debía decírselo, pero cuando me miró a través de los anteojos con una mirada confundida supe que tenía que contarle—. Tengo que hablar con vos.

—Sí, decime —me dijo mientras seguía ordenando.

—Es... es importante, cuando terminas ¿querés ir a mi pieza? —le pregunté nerviosa.

—Claro —coincidió con una sonrisa—. En un ratito termino y subo.

Le respondí con la misma expresión y subí las escaleras pensando en si había hecho lo correcto. Por un lado sabía que tarde o temprano tenía que decírselo, quizás asi me entendería y me ayudaría para poder ir. Pero por otro lado, temía que se ponga dramática y empiece a decirme que no es bueno conocer gente por internet, que hay muchos casos en los que todo termina mal... y que finalmente me obligue a dejar de hablar con Jony. Cuando llegué a mi pieza me acosté en la cama y me dije a mi misma que ella no era de esas madres melodramáticas. Seguro entendería la situación. No tenía por qué preocuparme.

No se cuanto tiempo pasó hasta que escuché que golpeó suavemente la puerta y después la abrió tratando de no hacer mucho ruido.

—Pensé que te habías dormido —me dijo con una sonrisa mientras la cerraba.

La distancia no es el fin (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora