Capítulo 28

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 Hola!! 

Este capitulo se lo quiero dedicar a Pati Luna Enciso. Muchísimas gracias por seguir la historia desde el principio, por cada uno de tus votos y comentarios, por estar también en la página de Facebook siguiendo los adelantos... muchas gracias por todo tu apoyo, en serio. Lo valoro muchísimo :D

Ahora le cedo el paso al capítulo de hoy jajaja Espero que les guste!!

 ★★★★★★★★

"Una de las partes mas difíciles de la vida es decidir si alejarse o intentarlo una vez mas.

El martes por la mañana me costó bastante lograr despertarme ya que la noche anterior no había podido conciliar el sueño fácilmente. Me la había pasado pensando en cada una de las cosas que había en la caja, en cada una de las palabras de ambos papelitos que había escrito Jony y especialmente en la última charla, en lo cortante que había estado y en lo mucho que aquello me importaba. Había pensado en él nuevamente. Parecía gracioso, pero cuando estuve en la casa de la playa había logrado ignorarlo por completo... (o casi por completo), y desde que había vuelto, todo me hacía pensar en él.

Una vez que apagué el despertador y me cambié, agarré la mochila y bajé a desayunar. Entonces me acordé de la cadenita que aun colgaba de mi cuello. Agarré el dije entre mis dedos y dude en si me convenía guardarla o seguir usándola. "Capaz te traiga algo de suerte como a mí." Recordé que me había dicho Jony ese día que se ofreció a comprarla, entonces decidí dejarla allí donde estaba, en mi cuello. Aunque su peso era casi nulo, sentía como si cargase con un collar de plomo. Mis pensamientos no hacían más que dirigirse hacia él, multiplicando su peso.

—¿Cuándo llegó? —me preguntó Leila mientras caminábamos a la escuela, haciendo referencia al dije.

—El jueves pero recién me avisaron ayer —respondí pateando una piedrita que había en el camino—. Fue raro —admití.

—¿Ver el dibujo? ¿o la cadenita?

—Sí, y también lo que me escribió... es como si él todavía está sintiendo eso, pero a la vez ya forma parte del pasado —caminamos unos metros en silencio hasta que decidí cambiar de tema—. ¿Y vos? ¿Qué tal?

Me miró sorprendida.

—Bien —contestó encogiéndose de hombros—. Ayer a la tarde fuimos con David al cine —me contó sonriendo.

—Que lindo —traté de alegrarme por ella.

—Si... pero en mi casa las cosas no están bien —confesó finalmente—. Ayer mi papá llegó a medianoche de una reunión. Cuando le pregunté a mi mamá durante la cena qué estaba pasando me dijo que las cosas en la empresa se están complicando cada vez más y las deudas son cada vez mayores —me contó pausadamente—. Tengo miedo de...

—No va a pasar nada —traté de evitar que piense algo que seguramente no pasaría—. Las cosas se van a solucionar, vas a ver. Siempre pudieron salir adelante, confiá —le dije tratando de convencerme a mi misma de aquello ya que esto nos influiría a ambas.

Antes de llegar a la esquina donde nos teníamos que se parar, me preguntó.

—¿Viste lo que publicó Marcos ayer en Facebook?

La miré sorprendida y algo asustada.

—No, no entré en todo el día.

—Entonces tampoco sabes quién le puso me gusta —agregó enarcando ambas cejas y haciendo una mueca.

Automáticamente agarré el celular del bolsillo para entrar a ver qué era, temiendo lo peor. Tardó unos segundos en cargarse la página lo que hizo que me alterase más de lo que ya estaba. Cuando al fin entró, me dirigí al perfil de Marcos mientras sentía como el corazón me golpeaba el pecho producto del temor por lo que podría encontrarme allí. Era una frase. Una indirecta disfrazada en una frase:

La distancia no es el fin (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora