"¿Cómo obligas al corazón a sentir algo que no siente? ¿Cómo fuerzas a tu mente a que olvide a alguien que una vez te sacó miles de sonrisas?"
—Lo último que vos le dijiste fue "No creo poder entenderte porque cuando uno ama de verdad hace todo para lograr lo que desea... pero si a vos te hace feliz no tengo más que decir." —hizo una pausa, no sé si para ponerle suspenso a la situación o si fue para que tuviese tiempo para prepararme.
—Dale —le dije algo nerviosa.
—Y el te escribió "No me hace feliz, todo lo contrario. Llegué a quererte demasiado y no va a ser fácil olvidarte de un día para otro, pero al menos voy a tratar de hacer lo posible. No quiero que ninguno de los dos sufra y esto no nos lleva a ningún otro lado. De todos modos, nunca voy a dejar de quererte."
La habitación quedó en silencio mientras procesaba lo que me había leído. Las palabras golpeaban mi mente como si fuesen disparos. Lentamente alargué mis brazos para tomar la notebook y darla vuelta así la pantalla quedaba enfrente mío. Volví a leer aquel mensaje, una, dos, tres veces... cada vez más lento. Hasta que por fin me vi capaz de levantar mi rostro hacia Leila.
—No lo entiendo —confesé al borde de las lágrimas—. Odio que me diga que me quiere pero que prefiere olvidarme. Estaría más feliz si me hubiese dicho que no sentía nada por mi y se hubiese ido alejando de a poco —finalicé con las lagrimas corriendo por mis mejillas, no muy segura de si era eso lo que en verdad hubiese preferido.
Leila se acercó a mí y me abrazó.
Por suerte las lágrimas no duraron mucho, aunque las palabras amenazaban con no abandonarme por un largo tiempo. Después de aquello fue imposible volver a concentrarme en el trabajo práctico así que, cuando logré volver a la normalidad, mi amiga me propuso ir a tomar mates en el patio así ambas nos despejábamos un poco. Acepté sonriendo y empecé a acomodar todas las hojas mientras ella los preparaba. Luego salimos y nos sentamos en los asientos que estaban debajo del árbol, en el fondo del patio.
—Este finde me encontré con David —empezó a contarme Leila mientras me cebaba un mate y yo me estiraba para buscar una masita del paquete.
Estuvimos afuera hasta las cinco, hablando y tomando mates. Después ella se fue y yo volví a mi pieza para terminar la tarea y comenzar a estudiar para la prueba de matemáticas del martes. Estuve una hora más o menos practicando algunos ejercicios y tratando de entender bien como se hacían, hasta que en un momento me cansé y dejé todo en una pila sobre el escritorio. Me levanté para buscar la notebook que había quedado en la cama y entré en Facebook. Aunque quería evitarlo, lo primero que hice fue mirar mi lista de conectados para ver si lo encontraba allí, pero no estaba. Empecé a mirar el inicio esperando encontrar algo de él, aunque no quisiese... buscaba igual. Recién cuando entré para releer el último mensaje que me había enviado, me di cuenta de que me había eliminado del Facebook.
Por un lado había pensado que podía pasar, pero sinceramente no me esperaba que en verdad pasase. Sentí como un puñal clavado en el medio de mi pecho. El nudo en mi garganta volvió a formarse y las lágrimas amenazaban con salir, pero logré contenerme al recordar todo lo que me habían dicho Marcos y Leila. No me podía permitir llorar tanto por una persona que quizás ya estaba empezando a olvidarme, por mucho que lo quisiese, no podía.
Cerré todo arrepintiéndome de haber entrado e intenté estudiar un poco más, pero fue imposible lograr concentrarme. Terminé leyendo un libro hasta que me llamaron a cenar.
—¿Qué días tenes los exámenes? —me preguntó mi mamá mientras comíamos.
—El martes y el viernes —le dije enrollando el fideo en el tenedor.
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La distancia no es el fin (Borrador)
RomanceHistorias de amor con terceros en discordia hay muchísimas, pero... ¿Qué pasa cuando la que se interpone en una relación es la distancia? ¿Es posible que el amor salga victorioso en la lucha contra los kilómetros? ¿O la derrota es algo predecible? ¿...