Y en un cerrar de ojos, te convertiste en mi pensamiento favorito.
Después de apagar la camarita, y con la sonrisa aun en mi rostro, seguí conectada en Facebook mirando el inicio. Pero lo observaba sin prestarle atención ya que seguía pensando en esa última hora que había hablado con Jony. Me había hecho tan bien, me sentía distinta… y a la vez confundida. No lograba entender por qué había provocado eso en mí, pero cada vez que pensaba en él era inevitable sonreír.
Cuando estaba por desconectarme, actualicé la página de inicio una vez más y me apareció una actualización que borró la sonrisa de mi rostro y me dejó totalmente helada.
Jonathan ha publicado en la biografía de Tamara.
Sentí una tensión un tanto rara, pero continué leyendo con mucha curiosidad.
“Si querés decirme algo vení vos, no mandes a tus amigas a arreglar las estupideces que hacés.”
Lo leí varias veces tratando de imaginar lo que podría haber pasado hasta que apareció un comentario de ella.
“Entonces atendeme el teléfono cuando te llamo.”
Su respuesta llegó al instante en un nuevo comentario.
“Si querés hablarme hacelo cara a cara, no te escondas atrás de un aparato.”
A medida que leía me sentía rara. Por un lado me tranquilicé al ver que las cosas entre ellos seguían igual de complicadas, pero a la vez tenía miedo de que, al ir ella a hablar con él, pudiese solucionarse todo. Aunque lo dudaba.
Al ver que ninguno de los dos había continuado con los comentarios, decidí desconectarme y tratar de concentrarme en otra cosa.
Recién a la noche me había permitido volver a entrar y, lo primero que hice, fue dirigirme a su biografía. Entonces vi que había eliminado a Tamara de su lista de amigos. Una leve sonrisa apareció en mi rostro al percatarme de aquello. Sabía que nunca me iba a enterar lo que iba a pasar así que preferí desconectarme y acostarme a dormir.
***
La semana pasó lentamente y no tuve noticias de Jony. Cada día que pasaba perdía las esperanzas con que me volviese a hablar y a la vez me sentía más obligada a hablarle yo. Me había decidido a esperar hasta el sábado, si llegado ese día no me hablaba, iba a iniciar yo la charla.
El viernes llegó, por suerte, rápidamente. Me quedé en la casa de Leila hasta las 4 de la tarde, habíamos estado sentadas en el living mirando televisión y comiendo una pastaflora de membrillo que habíamos comprado a la salida de la escuela.
—Prometeme que le vas a hablar al pobre chico —me dijo antes de que me vaya—. Seguro está desesperado esperando tu hola —rió.
—Sí, debe estar que no da más de la ansiedad —ironicé—. Mañana le hablo —le prometí y me despedí de ella para volver a mi casa.
Cuando estaba a medio camino me llegó un mensaje al celular lo que hizo que me detuviera y mi corazón se alterara.
«¿Será Jony?» Pensé rogando que así sea mientras sacaba el pequeño aparato de mi bolsillo. La desilusión llegó cuando vi que era un mensaje de Marcos. Hice una mueca y lo abrí.
>Marcos: Estoy yendo a la ciudad
>Llego cerca de las 6, vas a estar?
Tal y como me lo había prometido el finde pasado, iba a hacer todo lo posible para que nos encontremos y lograr explicarme la situación que habíamos vivido el día de mi cumpleaños. Mientras tecleaba la respuesta, rogué que se haya olvidado de aquel tema y que simplemente quiera ir para visitarme y nada más.
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La distancia no es el fin (Borrador)
RomanceHistorias de amor con terceros en discordia hay muchísimas, pero... ¿Qué pasa cuando la que se interpone en una relación es la distancia? ¿Es posible que el amor salga victorioso en la lucha contra los kilómetros? ¿O la derrota es algo predecible? ¿...