Cuando el sábado llegó Ariana estaba nerviosa, caminó al cine después de salir de trabajar; ansiosa con un nudo en el estómago. La idea de no acudir a su cita le resultaba tentadora después de todo había tenido que soportar los gritos de su madre por no haber obedecido aquella tarde e ido a casa tal como se lo había ordenado. Además temía; tenía pavor de ser vista en el cine, solo eso bastaría para soltar los rumores de aquel pequeño pueblo y, le aterraba el daño que eso traería sobre ella. Suspiro con pesar; se imaginó volviendo a casa, su padre no estaría ahí; los sábados casi siempre se perdía por completo y si tenía suerte no regresaría hasta el domingo.
Estuvo a punto de girarse dejando plantado a aquel chico, más en ese instante la imagen de los cálidos ojos azules de Aitor emergieron en su mente llenos de promesas, de paz, de ese diminuto sentir de emoción que sentía al verlo o pensarlo y se negaba a aceptar.
Con el no hay miedo. se dijo y, a paso valiente, por fin llegó a su destino, sorbió aire profundamente y, entró al cine.
Aitor entro al cine tan solo unos minutos después de Ariana. La encontró con la vista de inmediato, aspiro de alivio al verla, había estado ansioso y, temeroso de que no se presentará, jamás le había pasado ser plantado por alguna chica, pero con ella, con ella sentía que cualquier paso en falso y volaría como mariposa ante la suave brisa. Se permitió verla antes de ir a donde ella; estaba parada al centro entre la fila a la taquilla y la multitud que esperaba ansiosa por comprar palomitas y chuches.
Con pesar echó en falta a Luci, se miraba preciosa; digna de ser fotografiada, así que se lleno de su imagen, de cada detalle; llevaba la maraña de rizos negros recogidos en una coleta exponiendo su delicado cuello, un vestido de tirantes gruesos de un verde musgo justo por encima de las rodillas, volteaba a todos lados buscándolo. Sonrió travieso ante una idea, se acercó sigilosamente, cuando estuvo cerca la tomo por la espalda gritándole—. ¡Te tengo!—esperando que ella se soltara a reír. Había hecho eso mismo antes, en otras citas, con otras chicas. El resultado era igual siempre; hacía reír a las chicas, después fingían darle un golpe y, comenzaba el flirteo.
No obstante con Ariana no fue así, en cuanto la tomo por sorpresa, ella se tenso dio un fuerte grito, llamando la atención de todos los que estaban alrededor, se cubrió la cara con ambas manos, temblando exageradamente. Sin control en manos de Aitor.
Él la miro con los ojos abiertos de sorpresa. La soltó con delicadeza, apenado de el resultado de su broma.
—Ariana ¡mírame!— pidió al verla tan asustada—¡por favor! soy yo, lamento haberte asustado— se disculpo—. ¿te he hecho daño?— ella no respondía, sin saber cómo ayudarla hizo lo único que le vino en mente; comenzó a sobar su espalda de arriba a bajo, como lo hacía su madre con él cuando niño y tenía pesadillas. Ella no se apartó, pero seguía temblando, nerviosa, fue inevitable que él comenzará a preocuparse, ¿quizás la lastime al abrazarla? Pensó lleno de remordimiento.
—Ariana, por favor, tienes que decirme si te he hecho daño— suplico, en un susurro suave, tratando de no asustarla más.
La vio serenarse de a poco, paciente aguardo sin dejar de frotar delicadamente la espalda de Ariana, ella no había escuchado sus disculpas, ni puesto atención a sus palabras estaba perdidamente concentrada en la cálida caricia que sentía sobre su espalda, estaba siendo tocada sin malicia, sin dobles intenciones y fue eso lo que finalmente la relajo.
Tras un breve momento ella levanto el rostro; pálido y tembloroso, tratando de esbozar una sonrisa a manera de disculpa por el drama armado, pero solo hizo una mueca, un gesto aterrado y, cargado de tristeza; Que le dolió en el alma a Aitor.
—¿Qué he hecho mal?—Pregunto sin dejar de frotarle la espalda.
—Nada— murmuro vacilante—.yo simplemente no soy como las demás chicas—agacho la mirada apenada— no funcionó bien ¿sabes? Deberías mantenerte alejado de mi— respondió en un susurro apenas audible.
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¿Puedo tomarte una foto?
RomanceAriana ha crecido rodeada de la belleza de las playas cálidas de su pueblo natal y, del miedo, la rabia, el dolor y, la violencia a manos de su propio padre. Desde sus escasos diez años ha vivido sumergida en su propio infierno personal sin poder...