Aitor cerró los ojos frustrado, la imagen de Ariana maltrecha le dolía demasiado. maldijo para sus adentros por no haber estado con ella, por no haber evitado que le hicieran daño. Sorbió aire sonoramente haciendo evidente cuan desagradable había sido la sorpresa de verla así. Al abrir los ojos con paso decidido se acercó a ella. Sintió un nudo en la garganta al verla tan temerosa. Con suavidad retiro las manos de Ariana de sobre su cara, para examinarle con cuidado el rostro.
—¿Quien te ha hecho esto?—pregunto, su voz aunque firme fue un suave susurro. Cómo si temiera dañarle más de lo que ya estaba.
Al escuchar la pregunta, Ariana respiro entrecortado. No podía lidiar con la escasa posibilidad de huir de sus padres, no podía con el infierno que deparaba en casa a por ella y, no podía hacerle frente a él, no a Aitor. No deseaba que él la mirara en el estado deplorable en el que se encontraba. Incluso había tenido la esperanza de evitarlo, de no verlo, y si hubiese tenido que verlo hubiese esperado hasta que el golpe hubiera desvanecido bastante para disimularlo con maquillaje, pero como todo en su vida salía del modo en que ella menos deseaba, allí estaba él; mirándola con sus preciosos ojos azules llenos de preocupación. Simplemente agacho más el rostro, sin atinar a que deidad del cielo implorar por tregua a su catastrófica vida.
—Ariana ¡mírame!—pidió, y aunque era una orden implícita, su tono fue gentil pero firme.
No había escape a nada, no podía escapar a nada, ni a su vida, ni a Aitor, con aire de derrota, ella alzó el rostro, desviando la mirada, no quería verlo a los ojos. No quería que él viera su tormento. Tenía la loca idea de que si lo miraba a los ojos, él lo sabría; sabría lo que había pasado, lo que había hecho, la clase de cosas que había vivido. Y le asustaba y, le avergonzaba que él lo supiera.
Él la observo a detalle tenía los labios rojos, hinchados y, reventados por el fuerte golpe recibido. Su gesto se contrajo de indignación ¿aquello era un puño? Se pregunto. sí, el golpe tenía la forma de un puño; el puño de Ricardo estampado en la piel caramelo de Ariana.
"que clase de animal trataría a una mujer de una forma tan cobarde" pensó " solo una bestia" se respondió él mismo—.Ariana— dijo él y, ella encorvó más los hombros al oírlo llamarla—. tienes que decirme— suplicó—¿quien te hizo esto?—añadio— ¿que ha pasado?—preguntó suplicante.
Ella rezo en silencio, incapaz de responder; estaba apenada quería y suplicaba que se la tragara la tierra justo en ese momento. ¿podré contárselo? Se preguntó ¿podré confiar en él, mi carga? Penso llena de miedo. Todo su ser le gritaba que sí, que Aitor no la juzgaría, que él la protegería... pero una vez más fue cobarde, se sintio impotente; agacho la cabeza y calló.
—Por favor— pidió él, al no recibir respuesta—. Quiero ayudarte—suplico insistiendo. Los labios de Ariana temblaron en un mohín y, él no lo resistió; trato de acariciar su mejilla, tratando de alguna forma de apaciguar la angustia que ella emanaba, no obstante a que su gesto era inocente, Ariana se apartó de un salto sobresaltada—. Ariana— le dijo horrorizado ante su reacción. De pronto aquel lugar le parecia a Aitor que no era el correcto para conversar—. Ven conmigo, por favor— imploro. Pensando en que tenía que sacarla de allí, llevarla a un lugar tranquilo donde pudiera hablar con ella.
Ariana abrió los labios para negarse rotundamente, debía cortar aquello, ella no estaba para sueños de príncipes azules... Ya no podía ser rescatada. Antes de decir palabra una voz ajena los interrumpió.
—Ejem—carraspeó alguien a sus espaldas, Ariana se tenso al instante y, al notarlo Aitor se giró colocándola a sus espaldas en un gesto protector. Frunció el ceño ante la mirada pícara con la que se encontró.
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¿Puedo tomarte una foto?
RomanceAriana ha crecido rodeada de la belleza de las playas cálidas de su pueblo natal y, del miedo, la rabia, el dolor y, la violencia a manos de su propio padre. Desde sus escasos diez años ha vivido sumergida en su propio infierno personal sin poder...