Capitulo 30

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Al amanecer cuando Ariana  despertó, estirándose, movió un brazo para tocar a Aitor, lo único que encontró fue su lado de la cama vacío y frío.  Se levantó dispuesta a buscarlo le daba pánico permanecer sola después de haber leído la nota. 

Recorrió el departamento y sonrió al verlo en la cocina preparando una bandeja con el desayuno. 

Al verla Aitor sonrío. 

—Buenos días, preciosa, Pensaba llevarte el desayuno a la cama—dijo al tiempo que colocaba en un plato unas tostadas con mantequilla y mermelada de fresa. 

Al acercarse a Ariana ella pudo apreciar una vista completa de Aitor en pijama, el pantalón le caía sexy por las caderas y llevaba una camiseta blanca de algodón por la cual se podía apreciar la flexión de sus músculos al moverse. 

Cuando Ariana se dio  cuenta que Aitor se acercaba con la  intención de besarla, dio un paso atrás, él frunció el ceño ante su reacción. 

—no me he lavado los dientes—se excuso cubriéndose la boca con una mano. 

Aitor le puso los ojos en blanco después de dos pasos la alcanzó, tomándola desprevenida le beso la frente. 

—ni tampoco te has peinado—le susurró al oído haciendo que ella abriera  los ojos sorprendida, sonrojada miro a Aitor que reía divertido por molestarla. De prisa llevo ambas manos a su cabello tratando de alisarlo un poco dejando al descubierto sus labios, algo que  Aitor aprovechó para robarle un  rápido beso, haciendo que ella dejara  su cabello volviendo a cubrir sus labios, miró con el ceño fruncido a Aitor él en respuesta le guiño un ojo. 

—Eres imposible—refunfuñó ella alejándose para acicalarse. 

—y  tú eres adorable por las mañanas.—lo escucho responderle mientras se metía a la habitación para dar solución a su cabello y al aliento matutino. 

Después de acomodarse los rizos, acompañó a Aitor a desayunar. 
Se sorprendió al notar el detalle que tuvo para acomodar la mesa, colocó unos platos con frutas en trozos, tostadas con mantequilla y mermelada, huevos revueltos y jugo de naranja recién exprimido. 

—se te da bien preparar desayuno— musitó al tomar asiento frente a él. 

—solo cuando trato de impresionar—respondió sonriendo coqueto, antes de beber un sorbo de jugo. 

—podría haber hecho el desayuno  si me hubiera levantado primero—soltó ella, dando un suspiro apenada. 

Aitor  agradeció  al cielo en silencio por haber despertado primero él, al recordar el sabor de las tortitas quemadas de Ariana. 

—me gusta cocinar para los que quiero Ariana, compláceme en dejar que sea  yo el que te alimente— respondió sincero.

Ella tomó un trago de jugo para apagar el calor que empezaba a expandirse en su pecho, ante las palabras de Aitor. 

Cuando terminaron el desayuno, Ariana se empeñó en lavar los platos. 

—tu cocinaste yo limpio—alegó mirando a los ojos azules de Aitor, que la miraba con el ceño fruncido en desacuerdo. 

—eres mi invitada—contraatacó sin apartar la mirada de los ojos grises que no cedían. 

—soy tu novia, los novios se ayudan— refutó ella alzando una ceja retando a decir algo contra eso. 

Aitor sonrió al escucharla decir  «soy tu novia» sintió una punzada de orgullo ante esas palabras. Elevó ambas manos en señal de rendición—me daré una ducha—cedió al fin, y Ariana lo compenso con una radiante sonrisa. 

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