Tres dias transcurrieron desde la llegada de Andrés a México. Y en tres días el mundo de pronto soltó sobre los hombros de Aitor la maldad, crudeza y prejuicios de los demás. ¿Como podían juzgar a Ariana?se preguntó más de una vez. El rumor de lo que sucedió en su familia se extendió por el pequeño pueblo en tan solo tres noches, al punto que ella no podía salir a la calle sin ser señalada. La encontró llorando más de una vez y, con la terquedad característica en ella; se empesino en asegurar que se encontraba bien.
<<Estoy acostumbrada a que se hable mal de mi>> susurró una de esas veces, incluso se forzó a sonreír de labios apretados. A él le pareció lo más injusto del mundo. Era ella la víctima y en aquel pueblo le miraban como si fuese la mujer más mala sobre la tierra.
La habitación le pareció de pronto chica. Se dirigió al balcón y abrió las puertas de cristal. Aspiro hondo llenándose los pulmones de brisa marina. Los ojos tristes de Ariana se adueñaron por completo de su pensamiento. Y qué sea juzgada por los demás no es la peor parte, pensó con angustia.
Se recargó en el barandal del balcón. Apoyo ambos brazos en él y miró hacia el horizonte; el mar golpeaba con fuerza las playas, bañaba con furia las arenas de la playa, de pronto a Aitor le pareció que quizá el mar también estaba frustrado de la injusticia que habitaba en aquel rincón bañado por sus aguas.
—Se acerca una tormenta— afirmó y sonrió ante la ironía.
Cerró los ojos entonces, recordó lo hablado con Andrés; su hermano y mejor amigo.
Un poco más temprano ese mismo dia se reunieron en el restaurante del lugar, en una mesa discreta para charlar sobre el tema en el que estaban implicados.
— El proceso será largo; cuando revisaron a Ariana no había señales de agresión sexual...
—El no pudo violarla, Hermano, si hubiese sido así el que estaría preso sería yo; porque lo hubiese matado— interrumpió, Aitor.
Andrés lo mira fijamente un minuto, torció los labios y prosiguió.
—Cambiarse la ropa y esperar dos horas antes de acudir a declarar fue un error muy grande por parte de los dos, borraron toda señal de violencia—explicó, y se llevó a los labios una taza de café caliente para beber un sorbo.
Al escucharlo Ariana agacho la mirada apenada y frustrada, recordó que permanecieron esas dos horas en su habitación; fue justo cuando le confesó todo a Aitor, recordó también haberse cambiado el vestido desgarrado para poder devolver la camiseta que él le había prestado para cubrirse en el momento.
—fue mi culpa— susurro acongojada y cabizbaja.
A su lado, Aitor viro el rostro y sus ojos azules la miraron compasivos.
— No fue así cariño, estabas en shock— la consoló. Le tomó una mano en señal de apoyo.
Los ojos astutos de Andrés no perdieron detalle del gesto. Dejo con cuidado la taza sobre la mesa y se relamió sus delgados labios antes de hablar.
— Creo que podremos presentar una defensa sólida si conseguimos testigos— informó sereno—. mi colega ha mandado fotografiar el cuarto con la ventana tapizada de barrotes donde te mantenían cautiva Ariana— fijo su vista en ella— pero con todo lo que me cuentas creo que deberíamos dejar que Catalina sea testigo que cuente lo que ella vio— sugirió.
Volvió a tomar la taza de café para darle otro sorbo, sin dejar de verla; bebio observándola por encima de la taza, cauto a su reacción. Colocó la taza de nuevo sobre la mesa y, fue consciente del intercambio de miradas entre Aitor y Ariana. Basto solo ver el gesto de su hermano para saber la respuesta.
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¿Puedo tomarte una foto?
RomanceAriana ha crecido rodeada de la belleza de las playas cálidas de su pueblo natal y, del miedo, la rabia, el dolor y, la violencia a manos de su propio padre. Desde sus escasos diez años ha vivido sumergida en su propio infierno personal sin poder...