El tiempo de pronto le parecía que se iba en un suspiro. Jamás en su vida Ariana creyó que podría escapar de aquella pesadilla, aunque no era libre del todo, por más intentos dulces que Aitor tuviera hacia ella, el miedo siempre se apoderaba de su ser, al bajar un poco la guardia. Conforme los días pasaban, la idea de que jamás lograría ser feliz del todo crecía más y más en su atormentada alma.
Aun deseando estar siempre al lado de Aitor, desde el día de aquel súbito ataque parecía evitarlo, en el fondo Ariana sabía que temía hacerle pasar un mal rato, que le asustaba cansarlo y ser dejada de lado. Después de todo ¿Quién querría una carga como la que ella traía a cuestas? Así que mantenía distancia, justo como hacía en ese momento, deambulando taciturna por la casa que les albergaba como asilo.
Sabía que Aitor estaba en casa, sabía también que Cata estaba con él, fue la risa de Catalina la que la hizo entrar a aquella habitación. Sus ratos de dicha era observarlos reír sin que estuvieran preocupados por ella.
Fue una sorpresa ver que no fue la única curiosa ahí, Elena permanecía de pie, frente a los enormes puertas de cristal que daban acceso al jardín, justo donde su vista estaba fija con una infinita ternura.
—Tenía mucho que no escuchaba risas de niños aquí— musitó, abrazandose por los codos.
Por un momento dudo que le hablase a ella, finalmente decidió acercarse, no sin dejar de admirar a la madre de Aitor, los años parecían no tocarla. Llegó a su lado y siguió su mirar, no pudo evitar sonreír al notar lo que con tanta dulzura miraba Elena: Catalina haciendo poses bobas mientras Aitor fingía reñirle por su falta de seriedad como modelo. Una treta para hacerla sentir cómoda, pensó Ariana al recordarlo decir que las fotografías siempre salen mejor cuando no posas a la camara.
— Se la pasan bien— comentó Elena rompiendo el silencio.
— Así parece—contestó la recién llegada con una sonrisa en los labios, mirando jugar a los dos seres que más amaba en la tierra. Ambas mujeres permanecieron observando a través de la ventana que daba al patio, Catalina se descojonaba de risa y Aitor tomaba fotos de la niña al tiempo que reía. Sí, sí que la pasaban bien.
—he pensado Ariana, que te hacen falta algunos irnos vestidos, ¿Te apetecería tener una tarde de chicas con esta vieja? Tratar de salir de compras con Aitor o Andrés es un martirio— se quejó dramática.
Ariana soltó una risita antes de responder— me encantaría.
—será divertido— prometió, sonriendo ampliamente.
Ariana no lo dudaba, Elena tenía el don de hacerle más llevadero todo desde que se mudaron a su casa. Alguna vez Ariana recordó sentarse en las blancas bancas junto al templo de la plaza de su pueblo, sentada ahí soñando con ser otra chica, cualquiera, simplemente no quería seguir siendo ella. Ahora, justo en ese momento con Aitor y Catalina jugando en el patio, viéndolos a través de la ventana acompañada de la bondadosa mujer que le trataba como si fuera su propia hija, Ariana pensó que por nada del mundo desearía ser otra persona, amaba por primera vez su vida.
Por breves instantes no hubo necesidad de hablar. Fue Elena quien volvió a romper la quietud que las envolvía.
—no sales a con ellos, porque evitas a Aitor— afirmó, no preguntó. Elena miro de reojo a Ariana quien no atinó a que responder—Ariana ,cariño llevan más de cuatro semanas aquí y creo que ya es hora— al notar la mueca de angustia que se dibujó en el rostro de Ariana Elena se apresuró a terminar de hablar.
— Querida, creo que ya es hora de buscar ayuda, para ti, Aitor no me ha dado detalles de lo que te ha ocurrido, espero que un día me tengas la confianza de hablarlo conmigo, las heridas que nos hacen en el alma a diferencia de las corporales que sanan dejándolas estar y con cuidado, las del alma si las dejas quietas se agrandan te consumen, mientras más hables de lo que sea que te haya ocurrido más rápido sanaras, no desaparecerá por que como cualquier herida dejará marca, pero te será más fácil seguir— había dejado de observar por el ventanal para centrar su atención completa en Ariana que ya tenía los ojos rebasados de lágrimas—, si no tratas de alcanzar la felicidad por ti misma no podrás obtenerla, así mi hijo te baje el sol y la luna, la decisión de dejar todo atrás y sanar es tuya, ni podrás ser feliz ni hacer feliz a los demás, si no buscas ayuda.— miro por un largo minuto a los ojos de la muchacha.— piensa que es injusto que no puedas estar ahí afuera con Cata y Aitor porque la herida que cargas, el daño que te hicieron te detiene.
Ariana no fue capaz de responder, era tan obvia, le aterraba que la enfrentarán con su temor así, de cara. No obstante su mirar se desvió al ventanal, y quedó prendada de la imagen de Aitor quien le decía algo a Catalina que asentía solemne como si él le acabase de dar la cura contra el cáncer, lo cierto es que le dolía no estar ahí entre ellos riendo y disfrutando. Pero temia, temía tanto, no creía ser capaz de soportar ver de nuevo el horror en el rostro de Aitor, aquel encuentro pasional arruinado por sus miedos y la sombra de Ricardo en sus momentos felices aún le seguía machacando.
—quiero estar con ellos, pero no sé cómo—,aceptó en un susurro lloroso, que Elena tenía razón.
—bueno, el primer paso es reconocer que necesitas ayuda, cariño.—se acercó a ella y la miró con toda la ternura que había en sus ojos castaños.
Ariana asintió con lentitud, no podía sola, Elena tenía razón, pero si estaba en ella la decisión de sanar de dejar todo atrás y deseaba ser y hacer feliz a quienes amaba..
— ¿y Cómo hago Elena?—preguntó llorosa.
Elena le dio un abrazo para darle más ánimo y como muestra de que reconocía el gran paso que Ariana daría.
— Tendrás que empezar a ir a terapia cariño pero todos aquí te apoyaremos, estaremos contigo siempre— le aseguró, sonriendo con nostalgia cuando Ariana se echó a llorar en sus brazos.
En las palabras de Elena, en su candidez, Ariana pudo reconocer a Aitor, él era el reflejo de todo el amor que habían depositado en él sus padres, por un momento deseo a haber crecido en una familia así, y lo envidio.
***
Fuera una chiquilla furibunda se quejó— ¡hey! — gritó molesta Catalina. Tratando de llamar la atención de Aitor, que parecía absorto. Al ver que no funcionó su intento de regresar siguió su mirar: A Través de la ventana dentro de la casa Elena parecía consolar a Ariana.
Por un instante Cata se preocupó, dio dos pasos a ellas, pero la voz de Aitor la detuvo.
—déjalas estar, Ariana está en buenas manos— la chiquilla dudo, pero bastó ver que su hermana se separaba de Elena envuelta en sonrisas llorosas para darse cuenta que no había nada de que proteger.
***
Lejos de ahí, cruzando el mar. Tras comer con Ángela, Andrés percibió algo inusual en el lugar, un conocido en aquel sitio, alguien que le anunciaba malas noticias.
***
Jelou! (Hola para los que no saben inglés :v), retomo las actualizaciones de esta novela, en el grupo de lectores en Facebook hubo votación y se acordó que los días sábados de cada semana estaré subiendo capítulo de PTUF, conforme tenga tiempo trataré de subir más de un capitulo ya que son cortos y en realidad esta historia ya está terminada. Solo sean pacientes. Por favor.
:'u
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¿Puedo tomarte una foto?
RomansaAriana ha crecido rodeada de la belleza de las playas cálidas de su pueblo natal y, del miedo, la rabia, el dolor y, la violencia a manos de su propio padre. Desde sus escasos diez años ha vivido sumergida en su propio infierno personal sin poder...