Cuando la casa estuvo sumida en el silencio, Aitor recordó lo hablado, le dolía pensar en que Laura actuará de forma tan malvada, era su amiga y le quería, pero Andrés tenía razón. Recostado en su cama boca arriba perdido en sus pensamientos sin conciliar el sueño, escuchó la puerta abrirse, y los ligeros pasos de Ariana caminando a él en la oscuridad de la habitación.
—¿puedo pasar la noche contigo? Me siento inquieta y cuando tú estás a mi lado me siento protegida— habló rápidamente susurrando. Un tanto sonrojada de que quizá se portaba como niña.
Aitor sonrió, le guiño un ojo y abrió las sábanas invitándole a entrar a la cama—No tienes ni que pedirlo.
Ella se metió a la cama rápidamente, se acurrucó a su lado, lo si tío pasar un brazo por debajo de su cuerpo abrazándola contra su pecho, le beso la frente, la nariz, sin dobles intenciones, ella cerró los ojos segura, sin temor, y en brazos de él durmió provocando en Aitor que durmiera también.
Por la mañana, cuando Elena salía de casa en busca del desayuno, un hombre de traje negro y gesto serio se acercó a ella.
—¿puedo ayudarle?— preguntó curiosa al extraño.
El hombre asintió le explicó a lo que iba y le entregó unos papeles, en cuanto el hombre se marchó, con el rostro pálido Elena regresó a prisa a la casa.
Aitor estaba levantado, había despertado primero que Ariana dejándola sola en la cama, totalmente dormida, adelantándose a que ella tratara de prepararle el desayuno.
Frunció el ceño cuando miró entrar a su madre pálida como si hubiera visto un fantasma.—van a llevársela— soltó aterrada, agitando los papeles en cara de su hijo que la miraba sin entender de qué hablaba.
—¿de qué hablas mamá?— preguntó preocupado por la expresión de angustia de su madre.
Aitor tomó los papeles y al leerlos sus ojos se abrieron incrédulos, miró a su madre, solo verla llorar, supo que era verdad, supo que no había leído mal, que aquellos papeles decían lo que tanto temía Ariana.
—iré a por Andrés que lea esto, ver qué podemos hacer— dijo sin más, dejando a Elena rezando para que todo siguiera igual, que los papeles no cambiarán nada.
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Cuando la puerta del cuarto de Andrés se abrió, estuvo a punto de echar a su hermano por haberle despertado, solo ver su cara basto para saber que algo iba muy mal. —¿Qué sucede?— preguntó sin bromas.
Aitor no respondió extendió los papeles y aguardo a que Andrés los leyera.
—¡coño!— fue todo lo que respondió Andrés al terminar de leer los papeles.
—¿pueden hacerlo?—preguntó con desolación. Aitor había esperado que al terminar de leer su hermano le diera mil opciones a seguir, no obstante no fue así, se sintió impotente ante lo que se les venía encima.
Andrés no respondió se levantó de la cama rápidamente y comenzó a vestirse con el ceño fruncido, tenía el gesto decidido, ese que adoptaba solo cuando era algo referente a su familia.
—pueden, si, pero no vamos a permitirlo, ahora mismo voy para allá y, trataré de resolverlo— dijo finalmente.
Tomando los papeles se dispuso a salir de prisa.—iré contigo— lo detuvo Aitor.
Andrés negó con la cabeza.
— tú te quedas, Ariana te necesitara, dile que han pedido que volvamos a su hermana con su madre— suspiró frustrado y añadió. —dile que Marina está en España que ha venido por Catalina.
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¿Puedo tomarte una foto?
RomanceAriana ha crecido rodeada de la belleza de las playas cálidas de su pueblo natal y, del miedo, la rabia, el dolor y, la violencia a manos de su propio padre. Desde sus escasos diez años ha vivido sumergida en su propio infierno personal sin poder...