Las sábanas fueron arrebatadas, el frío acarició su cálido y dormido cuerpo. se removió incómodo, cubrió su rostro con la almohada, ahogando murmullos en protestas.
—¿Qué?— preguntó, Laura con las sábanas de Aitor en las manos.
Él volvió a murmurar, pero una vez más sus palabras fueron amortiguadas por la almohada sobre su rostro.
—no te he entendido nada— se quejó, golpeando el suelo con un pie, imitando la rabieta de una niña pequeña—. es tarde ¡levántate!— protesto queriendo quitar la almohada del rostro de Aitor; él la retuvo con fuerza, negándose a soltar su último escudo; ella jalaba insistente de una esquina, completamente frustrada.
—¡Aitor Daniel Sabido!— grito, desesperada al ver que no podía ganarle esa batalla.
De mala leche, Aitor, retiro la almohada de su rostro y, abrió un ojo con aire perezoso, observo a Laura para apreciar el nivel de enojo. Ella torció los labios e infló ambas mejillas sin disimular su fastidio.
—¿Cómo has entrado?—Suspiro resignado.
Ella fingió no escuchar la pregunta, no podía decir que había sobornado a un empleado del hotel para que la dejara pasar a la habitación que no le correspondía. Se limitó a revolear los ojos aún en su papel de indignación.
—¿Que quieres Lau?— pregunto con ronca voz adormilada.
—¿estás de coña? ¿no?—lo miro irritada, cruzándose de brazos—. ¡Me has abandonado prácticamente toda la tarde de ayer!— chillo con un lastimero mohín. Aitor negó divertido y, Laura entrecerro los ojos haciéndole ver que estaba molesta—. He venido a despertarte por algo importante— explico, con voz infantil, un tono que usaba cuando buscaba salirse con la suya.
—Debería ser pecado interrumpir el sueño de otras personas— murmuró en respuesta, incorporándose hasta quedar sentado.
Se estiró de brazos haciendo que se le contrajeran sus marcados músculos de espalda, pectorales y antebrazos. Aitor no le dio importancia al reclamo de su amiga, no obastente
Laura no perdió detalle recreándose la vista con la vista que él le daba sin malicia.—¿Que es tan importante? — bostezo—. como para despertarme a estas horas de la madrugada— terminó de decir frotándose los ojos.
Ella arqueo una ceja—¿madrugada? Pero si es casi medio día, Aitor— espetó, sin dejar de recorrer con la mirada el cuerpo masculino frente a ella.
Las palabras de Laura lograron su cometido—¡madre mía! — exclamó, levantándose de un brinco, casi tirando a Laura al dirigirse rápidamente al baño. Ella lo observó con más detalle; llevaba puesto un pantalón de pijama que le caía de un modo sexy por las caderas.
—Es muy tarde — murmuro, ante la mirada divertida de Laura de verlo tan apresurado.
—Mentí— dijo ella, entre risas. Aitor se volvió a verla con el cejó fruncido sin entender.
—¿En que?— preguntó, bruscamente.
—No es medio día— sonrió con inocencia fingida—. van a dar las 7 de la mañana, pero como no querías levantarte, tuve que persuadirte—explico mirándo sus perfectas uñas pintadas de color carmín.
—¡sal! —ordeno molesto. Que se metieran con su sueño le irritó.
—¡oh, vamos! No seas crió — le riño indignada, golpeó el suelo con un pie, haciendo una pequeña pataleta.
—La que parece una cria, eres tú— respondió, sin gracia por la broma de la que había sido víctima— tus bromas no son graciosas, el sueño ajeno es sagrado, Lau— la miró con el ceño fruncido. Laura le sonrió con disculpa, pestañeo inocente fingiendo arrepentimiento.
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¿Puedo tomarte una foto?
RomanceAriana ha crecido rodeada de la belleza de las playas cálidas de su pueblo natal y, del miedo, la rabia, el dolor y, la violencia a manos de su propio padre. Desde sus escasos diez años ha vivido sumergida en su propio infierno personal sin poder...