La espera de Hyukjae [FINALIZADO]

Capítulo 28: despertar

—Buenas noches, doctor Han —saludó un hombre ingresando a la oficina de los médicos—. Soy el doctor Kang, el psiquiatra de guardia. Me llamaron para realizar una interconsulta en esta unidad.

—Buenas noches, doctor Kang —el doctor Han le estrechó la mano, levantándose de su escritorio rápidamente—. Lamento la hora en la que lo llamé, pero considero que es importante que realice una valoración psiquiátrica a un paciente... algo complicado —terminó de decir subiendo una manga de su guardapolvo blanco, mostrando un moretón en su brazo.

—¿Eso se lo hizo el paciente? —preguntó el psiquiatra, impresionado.

—Lamentablemente, así es —respondió resignado.

En ese momento, se escucharon gritos provenir de la sala.

—¡Suéltenme! —exclamó una persona con la voz rasposa, gimoteando.

—Ése es el paciente, ¿verdad? —el doctor Han asintió, exhalando exhausto, luciendo derrotado—. Bien, vamos a verlo.

El psiquiatra siguió al médico intensivista por la sala. Antes de llegar a la unidad del paciente, pudo distinguir a las enfermeras reunidas en torno a una cama, tratando de tranquilizar a una persona claramente agitada.

—Señor Lee, cálmese, por favor —pedía una de ellas—. Se va a lastimar si continúa así.

Mas el paciente no obedeció, levantó aún más la voz, gritando desaforado.

En cuanto el joven entró en su campo de visión, el doctor Kang supo que ninguna palabra de aliento o contención emocional podría tranquilizarlo. El paciente de cabello rubio que tenía en frente estaba en la cama contenido de manos y pies. Las sujeciones físicas impedían que se levantara, sin embargo, él se removía furioso, luchando por liberarse, haciendo que éstas irriten su piel por la excesiva fricción.

—Lee Hyukjae, veinticinco años de edad —le comentó el doctor Han en voz baja, leyendo la carpeta de su paciente—. Ingresó el día de ayer por la mañana, en paro cardiorrespiratorio producto de una hemorragia severa en conjunto con una intoxicación medicamentosa. Intento de suicidio —aclaró.

El psiquiatra asintió, asimilando la información. Observando con atención, notó que uno de los brazos estaba vendado en la zona del pliegue del codo.

—¿Cómo se produjo la hemorragia? —preguntó sospechando la respuesta.

—A través de una herida cortante que él mismo se autoinfligió, según lo que argumentan las personas que lo auxiliaron.